top of page
Foto del escritorComité Editorial

2.9- La política del aborto en la URSS

Actualizado: 8 mar 2020

Por José Leandro Beaumont


El aborto ha sido siempre un asunto de gran controversia, tanto en el siglo pasado como en el vigente, donde el foco del debate se ha puesto sobre todo en las sociedades capitalistas occidentales, librándose agrias batallas entre, por una parte, los defensores de los “derechos reproductivos de la mujer”, es decir, los agrupados en torno a la izquierda trotskista, los comunistas y la socialdemocracia y, por la otra, los partidarios de prohibir el aborto, escorados normalmente hacia el (ultra)conservadurismo político y religioso. Los abortos, para bien o para mal, siempre han estado rodeados de una aureola de negatividad y han sido tratados con cautela por los legisladores en todo el mundo. Pero ¿cuál fue la actitud hacia el aborto en la Unión Soviética?


En la Rusia soviética, tras el triunfo de la Revolución bolchevique, llegó la innovación sobre la cuestión del aborto con una resolución favorable al mismo. En noviembre de 1920, mediante una Orden de los Comisarios de Justicia, Dmitry Ivanovich Kursky, y de Salud, Nikolai Aleksandrovich Semashko, se aprobó oficialmente el aborto, por lo que la Rusia bolchevique se convirtió en el primer país del Mundo en permitir el aborto. De esta manera, el decreto “sobre la interrupción artificial del embarazo” de ese año 1920 levantó la prohibición de los abortos que existía en la Rusia zarista.


Sin embargo, pronto empezaron a aparecer los problemas. Una de las primeras consecuencias negativas de la medida implantada por los bolcheviques fue que se dispararon los embarazos extramaritales y los abortos empezaron a convertirse en una rutina común peligrosa. Los datos estadísticos de 1926, en Leningrado, mostraron que solo el 42% de las mujeres que quedaron embarazadas decidieron dar a luz, el resto había interrumpido el embarazo. La situación en las aldeas soviéticas, lejos de las grandes ciudades, no fue mucho mejor.


Al ritmo de abortos que se estaban produciendo en la Unión Soviética los gobernantes del país llegaron a la conclusión de que la nación llegaría al borde del colapso demográfico y, en la práctica, se extinguiría. Y en tiempos de amenazas militares o contrarrevoluciones internas llevadas a cabo por elementos conspiradores esto no podía ser permitido. Además, el desarrollo del ejército, la industria, la agricultura y demás fuerzas productivas era imposible sin un aumento constante de la población.


La práctica de los abortos en la URSS llegó a un punto en que la situación era ya incontrolable y además las interrupciones de embarazos estaban diezmando la natalidad en el país, lo que llevó a las autoridades soviéticas a hacerse con el control demográfico mediante la decisión de imponer una prohibición en los años treinta, con Stalin en el poder, puesto que no se podía continuar con el procedimiento implementado a finales de 1920 por Lenin, debido a las razones antes expuestas.


De este modo, y dada la difícil situación demográfica del país, un Decreto del Comité Ejecutivo Central y el Consejo de Comisarios del Pueblo de la URSS, de 27 de junio de 1936, “a petición de los trabajadores”, y firmado por Mijail Kalinin, obligó a prohibir los abortos con la excepción establecida de que:

“El aborto solo se permitirá en los casos en que la continuación del embarazo sea una amenaza para la vida o amenace con un daño grave a la salud de la mujer embarazada, así como la presencia de enfermedades hereditarias de los padres y solo en el contexto de que se lleve su práctica en hospitales”.

Mijail Kalinin

Esta Resolución, y los resultados de su implementación hasta la cancelación del Decreto el 23 de noviembre de 1955, ya con Nikita Khruschev en el poder, se inundó de mitos negativos, que hoy día son transmitidos categóricamente por los partidarios modernos de los abortos legales como supuestos argumentos incontrovertibles, junto a medias verdades, en contra de la prohibición del Decreto Kalinin. Algunos de esos argumentos se basan en el hecho de que, supuestamente, la prohibición del aborto en la URSS no disminuyó el número de interrupciones del embarazo, dio paso a las actividades clandestinas, aumentó la mortalidad y supuso la pérdida de la salud en decenas de miles de mujeres.


La prohibición del aborto por Stalin, en mi opinión, fue una medida necesaria y globalmente acertada que, además, fue corroborada años más tarde con ocasión de la ocupación nazi del territorio soviético, donde destacados representantes del nazismo como Martin Bormann afirmaron:

“En vista de la gran cantidad de familias que hay en las poblaciones nativas de aquel lugar (la URSS), solo estaremos satisfechos si las niñas y las mujeres hacen el máximo número de abortos posibles. El Führer espera que ampliemos el comercio generalizado de anticonceptivos. No estamos interesados en el crecimiento de la población no alemana”.

Por su parte, la Comisión estatal nazi para la gestión del territorio ocupado de Polonia estableció que

“Todas las medidas que tienden a restringir la fertilidad deben ser permitidas y apoyadas. El aborto en el área restante (Polonia) debe estar libre de prohibición. Los fondos para el aborto y la anticoncepción deben ofrecerse públicamente sin restricciones políticas. La homosexualidad siempre debe ser declarada legal. Instituciones y profesionales comprometidos con las políticas sobre el aborto no deben interferir en ellas “.

Mientras, otro hombre de Hitler, el general Wilhelm Wetzel, del Ministerio de los Territorios Ocupados del Este, afirmó:

“Cualquier medio de propaganda, especialmente a través de la prensa, la radio, el cine, así como breves folletos y conferencias, debe utilizarse para inculcar en la población rusa la idea de que es perjudicial tener varios hijos. Tenemos que enfatizar los costos que causan. También debemos hacer alusión al peligroso efecto de la maternidad en la salud de una mujer “.

Vardan Ernestovich Baghdasaryan, Doctor en Historia, experto en el Centro de Análisis de Problemas y Diseño de Gestión de la Administración Pública de Moscú, en una ponencia celebrada en 2016 titulada “La experiencia Stalin en el incremento de las políticas estatales de natalidad: una comprensión moderna”, estableció la tesis central de que la implementación del aborto en la Rusia soviética de Lenin, y luego en la de Khruschev, hundía sus raíces en la posición de Leon Trotsky, un firme partidario de la legalización de los abortos que iba unido a su deseo de destruir el llamado “hogar familiar”.

Vardan Ernestovich Baghdasaryan

Trotsky y muchos bolcheviques consideraban entonces, al inicio de los años 20, y con razón, que la familia (en el contexto del sistema opresivo feudalista ruso de la época) era una institución arcaica donde la mujer de clase trabajadora realizaba trabajos forzados desde la infancia hasta la muerte. Según Trotsky el nacimiento de un hijo era para muchas mujeres una grave amenaza para su posición y por ello “el poder revolucionario les dio a las mujeres el derecho a un aborto que, en condiciones de necesidad y opresión familiar, es uno de sus derechos civiles, políticos y culturales más importantes”.


No obstante, pronto se suscitó entre los bolcheviques un desafío ideológico en la cuestión del aborto. De un lado, De un lado, Stalin mostró su oposición al aborto, y del otro, Trotsky y Lenin eran firmes partidarios del aborto y contrarios al control estatal de los índices de natalidad. Así pues, dentro de la plataforma bolchevique, originalmente leninista, había dos sectores contradictorios y enfrentados entre sí cuyas disputas llegaron hasta los años 30 y supusieron una división dentro del bolchevismo a lo largo de dos trincheras ideológicas, en la que una de ellas proclamaba que la familia debía ser la célula de la sociedad socialista y, por tanto, debía estar protegida, y la otra defendía la abolición de dicha institución familiar.


Baghdasaryan resume la confrontación sobre el aborto en la URSS de la siguiente manera:

“En la política soviética, existía la posición de Trotsky y la posición de Stalin, donde dos vectores ideológicos luchaban entre sí. El vector de la destradicionalización, es decir, el alejamiento de los valores tradicionales y el vector de la retradicionalización moderada, que en parte coincidió con el período de la mitad de los años 30 y principios de los 50”.
“En los años 20, durante el vector de la destradicionalización (Trotsky-Lenin), los indicadores de crecimiento natural de la población fueron cayendo, mientras que en el período de los años 30 y principios de los 50, años de la tradicionalización (Stalin), observamos que en este período las tasas fueron creciendo. Con la destradicionalización de Khruschev la natalidad volvió a caer bruscamente”.

Veamos ahora cuán efectiva fue la experiencia de restringir el aborto en la URSS. El gráfico muestra las tasas totales de natalidad en la Unión Soviética y muestra que el aborto legalizado desde 1920 no hizo más que disminuir de forma constante dicha tasa de natalidad:

Tasas de natalidad en la Unión Soviética
Tasas de natalidad en la URSS 1927-1967

La absurda y disparatada teoría de Trotsky consistía en que “destradicionalizar” la natalidad era la consecuencia de una tendencia natural en la Humanidad donde la infancia tenía que declinar, ya que esa Humanidad iría en la dirección de un aumento en la esperanza de vida y la infancia, por tanto, disminuiría. Esta argumentación, que fue asumida por el sucesor de Stalin, Khruschev, produjo efectos devastadores durante todo el mandato de este último. Sin embargo, dice Baghdasaryan, “la política de Stalin era contextual a lo que estaba sucediendo en el mundo”.


Ya en el exilio, Trotsky fue uno de los críticos más duros de la ley contra el aborto de 1936 y dijo que mediante este decreto Stalin había derribado todos los logros de la Revolución de Octubre, condenando la estrategia del líder georgiano de prohibir el aborto en la URSS, llamándola “la filosofía del sacerdote que posee, además, el poder del gendarme, donde el aborto debe ser castigado con prisión”. Sin embargo, Trotsky no solo desconocía las amenazas que se cernían sobre la URSS, tanto en materia de natalidad como de agresiones militares, sino que su retórica no pasaba de ser la de aquel iluminado que creía, en los años 20, que todo se iba a resolver con la varita mágica de una fantasmagórica revolución mundial destruyendo, al mismo tiempo, la institución familiar soviética.


Los modernos detractores del decreto de 27 de junio de 1936 se han esforzado, igualmente, en montar sórdidas historias sobre las consecuencias de la prohibición del aborto en el “período Stalin” con la misma eficacia propagandística de aquellas otras fabricadas por la CIA durante la guerra fría, aportando datos de dudosa veracidad o simplemente falsificándolos.


Entre esos adversarios jurados del “estalinismo” se encuentran las feministas, quienes han contribuido también a construir bulos propagandísticos sobre la “represión” de Stalin contra los practicantes del aborto durante el período prohibitorio. La escritora rusa feminista Maria Arbatova, (quien ha glorificado, por cierto, la infame época de Yeltsin diciendo que “para mí, todo lo relacionado con la era Yeltsin es absolutamente sagrado”) ha afirmado que “el terror estalinista” contra los que vulneraron la prohibición de practicar abortos, solo en una década desde la prohibición, supuso que “500.000 mujeres y ginecólogos fueran fusilados”. Una flagrante mentira desmentida en la propia Resolución de Kalinin y con los hechos documentados en mano.


El “terrible” castigo para los infractores previsto en el Decreto contra el Aborto de 1936 fue tan comedido que solo hay que recordar el contexto político en que se desarrolló la prohibición del aborto a mediados de los años treinta donde los Jefes de los Comités Regionales del PCUS andaban “enfrascados” en “las purgas”, con Stalin atado de pies y manos. Los puntos 2 y 3 del Decreto Kalinin establecían que un médico que vulnerase la prohibición de abortar y cometiese un aborto delictivo podía ser “sentenciado de 1 hasta un máximo de 2 años de prisión, mientras que si obligaba a una mujer a abortar o realizar el aborto en un entorno antihigiénico no sanitario, le podían imponer hasta un máximo de 3 años”.


Por otro lado, para las mujeres que abortaban solo existía la reprensión pública o la imposición de una multa, tal como establecía el punto 4 de la Resolución de Kalinin, del que cito textual:

“Con respecto a las mujeres embarazadas que abortan en violación de esta prohibición, establecer como castigo penal la reprensión pública y en caso de infracción repetida de la ley sobre la prohibición del aborto, una multa de hasta 300 rublos”.

Baghdasaryan señala que en la URSS de Stalin las autoridades soviéticas no dispararon un solo tiro ni tampoco encarcelaron a mujeres que practicaban abortos ilegales. “Únicamente, dice Bagdasaryan, en sintonía con la Resolución de Kalinin, “los infractores fueron objeto de reprensión pública y la imposición de multas. Si se compara esto respecto a muchos países occidentales en el mismo período, la legislación en Occidente era mucho más estricta”.


La restricción del aborto en 1936 supuso que las tasas de fertilidad en la URSS volvieran a aumentar significativamente (la tasa de crecimiento poblacional fue de 21,2%, lo cual fue un indicador muy serio) que superaba las cifras del Imperio ruso a principios del siglo XX (el 9,3%), teniendo en cuenta que la tasa de fertilidad total disminuyó constantemente a partir de 1920. Y esto a pesar de las pérdidas terribles producidas durante la II Guerra Mundial (la Gran Guerra Patriótica). Esto demostró el éxito de la administración Stalin en los procesos demográficos.


Pero, como sucede con cualquier tipo de prohibición que afecte a una franja importante de la sociedad, no todo el monte era orégano, surgiendo inevitablemente bolsas de ilegalidad, clandestinidad y muertes. Los abortos ilegales implicaban potencialmente una cadena de fallecimientos (al realizarse aquéllos en condiciones de salud no garantizadas) ya que la interrupción del embarazo la hacían en algunos casos personas sin ninguna formación médica. Las estadísticas de 1936 muestran que solo un 23% de los responsables de realizar abortos ilegales ocupaban cargos relacionados con la Salud pública.


Pero ¿es cierto que la prohibición de Stalin realmente ocasionó la muerte a cientos de miles de mujeres soviéticas como señalan algunos autores-detractores? La investigación científica más accesible sobre este tema la podemos encontrar en el trabajo de Viktoria I. Sakevich “Qué ocurrió después de la prohibición del aborto en 1936”. Su autora, profesora de la Escuela Superior de Economía de Moscú, es partidaria del aborto y defiende un enfoque abiertamente crítico y sesgado, afirmando que la tasa de mortalidad materna en el período prohibitorio de la URSS fue de aproximadamente 2.000 personas por año sin contar las zonas rurales. Sin embargo, Sakevich afirma que se produjeron 355.000 abortos ilegales en 1937 pasando a 500.000 en 1940. Si damos por buenos los datos sobre la cantidad de abortos y sobre la mortalidad materna que expone Sakevich, entonces resulta que los abortos ilegales eran bastante seguros.


El mito de que con la prohibición de los abortos en la URSS el número de mujeres fallecidas aumentó dramáticamente debido a la clandestinidad, como señalan varias fuentes críticas (en particular, la de Sakevich), es refutada por el historiador Baghdasaryan, quien afirma que “solamente se produjo un ligero aumento en el número de esas muertes, mientras que en los años posteriores a la II Guerra Mundial se produjo una disminución constante en las mismas. Por supuesto, el coste de la prohibición fue importante en ese aspecto, pero fue posible controlar el impacto de dicha situación con políticas eficaces de Estado”.


Otra de las fábulas desmentidas por Bagdasaryan es la relativa a la tasa de mortalidad infantil respecto a la prohibición del aborto de 1936, desmintiendo la tesis de que con la prohibición de los abortos los niños no deseados aparecieron en familias más “pobres” y, en consecuencia, no sobrevivieron y, al mismo tiempo, se produjeron más infanticidios. Los gráficos muestran que esto también es un mito: no ocurrió ningún aumento fundamental en la mortalidad infantil después de 1936 (solo durante el período 1941-1942 coincidiendo con el bloqueo nazi a Leningrado) e incluso la mortalidad infantil se redujo, gracias también al éxito de la medicina, como señala Baghdasaryan en el siguiente gráfico:


Tasas de mortalidad infantil en la URSS

Después de la Segunda Guerra Mundial se lograron indicadores estables en relación con la tasa general de nacimientos, hasta 1955, cuando Khruschev abolió las restricciones sobre el aborto. Entonces, la tasa de natalidad bajó drásticamente. La década de 1960 es el período más dramático en la historia de los abortos en toda Rusia ya que se interrumpieron cerca de seis millones de embarazos, es decir, casi una generación entera de niños soviéticos no nacieron.


Dice Baghdasaryan, a este respecto:

“No podemos prescindir de un vector ideológico. Me refiero a muchas evidencias, en particular, sobre el trotskismo de Khruschev donde todo su conjunto de acciones ideológicas se establecieron claramente en clave trotskista, incluida la razón por la que levantó la prohibición del aborto en 1955”.

Hay que decir que adicionalmente a la decisión de prohibir el aborto en 1936 por Stalin se añadía una resolución que incluía, entre otras cosas, un endurecimiento de los requisitos para conseguir el divorcio. El número de divorcios disminuyó al igual que en los años de la posguerra, repuntando en el período de Khrushchev, 1955-1965, cuando se eliminaron las medidas restrictivas del período de Stalin, disparándose los divorcios hasta llegar la URSS a ser el primer país del mundo en separaciones matrimoniales legales, como muestra el gráfico siguiente:


Tasas de divorcio en la URSS

Para Baghdasaryan, la introducción de la legalización del aborto siempre fue igual a una caída en la tasa de natalidad aplicable a todos los países, incluidos los capitalistas. De hecho, en los países occidentales, relativamente tarde, se introdujeron leyes favorables al aborto. En Inglaterra, a mediados de los años 60, produjo una severa caída en la tasa de natalidad.


El Decreto Stalin sobre la prohibición del aborto no era la panacea para corregir, por sí solo, la pobre situación demográfica en la Unión Soviética sino que dicha medida contenía otras complementarias. Entre ellas, figuraban en la Resolución:

  • Reforzar el papel nuclear de la familia en la sociedad soviética

  • Aumentar, como se ha dicho antes, los requisitos para demandar procesos de divorcio

  • Incrementar la asistencia económica a las mujeres en el trabajo

  • Establecer ayudas estatales multifamiliares

  • Ampliar la red de hogares de maternidad, guarderías y jardines de infancia

  • Incremento de las sanciones penales por impago de pensión alimenticia de los padres a los hijos en caso de divorcio

Además, el punto 9 de la resolución establecía una sanción penal a las empresas por negarse a contratar mujeres por razones de embarazo, con la obligación de transferirlas a un trabajo más liviano antes de solicitar la licencia por embarazo. En caso de vulneración reiterada de estas normas, la pena impuesta al empleador podía ser de hasta 2 años de prisión.


¿Y cómo fueron las políticas sobre el aborto en otros países, particularmente del entorno soviético? En unos se introdujeron prohibiciones de abortos y en otros se legalizaron. El ejemplo más famoso es Rumanía, donde se prohibió el aborto en 1966. En principio, corrigieron drásticamente la situación demográfica, pero luego no la siguieron tan rígidamente y el presidente del país, Nicolae Ceaucescu, fue conminado a movilizar el cumplimiento de esta decisión. El impacto en los procesos demográficos produjo un aumento en la tasa de natalidad. La experiencia rumana es significativa a este respecto.


En Bulgaria y en la siempre conservadora (a pesar de ser comunista) Polonia se introdujo en 1956 la legalización de los abortos. En 1957, se hizo lo mismo en Yugoslavia y Checoslovaquia, mientras que en la República Democrática Alemana, RDA, los conservadores del CDU (cristiano-demócratas que formaban parte del gobierno del Partido Socialista Unificado, SED) votaron en contra en la Volksammer o Cámara del Pueblo, en 1972, por lo que su voto fue determinante para la no aprobación de una Ley favorable al aborto en la RDA.


Como dice Baghdasaryan

“La prohibición del aborto podría ser un éxito solo cómo una medida compleja. Si observamos, en general, todo esto se basó en una inversión ideológica, que se llevó a cabo a mediados de los años treinta. Además de la prohibición del aborto, Stalin promovió el retorno a las tradiciones de la literatura y arte rusos recuperando personajes o héroes de leyenda (Ivan el Terrible), se produjo el deshielo con la iglesia ortodoxa, se rehabilitó la figura de la familia como eje central de la sociedad socialista, se restituyó la figura de los cosacos y se penalizó la sodomía”.

El arco demográfico en la URSS hasta llegar a día de hoy en Rusia ha pasado del decrecimiento de los años veinte al crecimiento de los años 30 y nuevamente a la caída en picado de la demografía soviética durante el decenio de Khruschev para finalizar con una nueva caída de la natalidad en la Rusia actual, como podemos ver en el gráfico que sigue:


Tabla demográfica 1927-2017

De todo lo anteriormente expuesto se puede extraer una lectura bastante clarificadora: la implementación del aborto en la URSS impulsada por Lenin, Trotsky y Khruschev fue un fracaso sistémico, digan lo que digan los defensores de la política leninista-trotskista sobre los “derechos reproductivos” de las mujeres, mientras que Stalin y su equipo eligieron la dirección correcta (con todas las deficiencias y efectos no deseados que surgieron con la aplicación del Decreto Kalinin).

Dice Baghdasaryan en su reflexión personal final, que algunos tildarán de “conservadora”:

“Después de todo, en todas las partes del mundo occidental, los abortos comenzaron a introducirse en los años 70. Desde finales de los años 80, se está introduciendo la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Y este proceso ha abarcado a todo el mundo occidental.
Así, etapa por etapa, se produce lo que llamaríamos deshumanización del hombre. Lo siguiente es la muerte de la persona como fenómeno histórico y no solo histórico. La cuestión del aborto, la prohibición del aborto, no es solo una cuestión de hoy, no es solo una cuestión de la seguridad demográfica de Rusia. Se trata de un desafío de valor tan trascendental que se remonta a lo largo miles de años atrás en lo más profundo de la historia y durante milenios desde una perspectiva histórica”.

 

FUENTES:

bottom of page