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6.8- Una nueva lectura del factor geográfico y el desarrollo histórico en Marx

Actualizado: 28 dic 2020

Por Alejandro Perdomo


Resumen: El presente ensayo versa sobre uno de los tópicos de mayor importancia en el materialismo histórico de Marx y es la base geográfica; a la que se suele subordinar a la base económica cuando, en realidad, hay una relación de dependencia como es mencionado en múltiples escritos y especialmente en una carta de Engels a Bolgius fechada 25 de enero de 1894. No hay economía sin base geográfica en la que pueda desarrollarse, ni hay Estado sin territorio. En un lúcido y crítico análisis, confrontando las tesis que alguna vez esgrimió el diamat soviético, se acude a Marx, en unión con los nuevos paradigmas, y a varios períodos históricos que demuestran que estos elementos no van separados, ni están inconexos. Con miras al rescate del materialismo histórico, y con el propósito realzar su importancia tanto en la sociología como en las ciencias económicas, el autor propone una nueva lectura alejada de todo sesgo y toda ortodoxia.


Palabras clave: Geografía, base geográfica, base económica, desarrollo histórico, cambio climático.




A pesar de que hoy día se habla de una vuelta de revés al marxismo[1], y a la vez de la necesidad de seguir dotando a la escuela marxista de nuevos aportes teóricos, es poco concurrido el factor geográfico en los autores que suceden a Marx. En un recorrido por los clásicos, y por los aportes leninistas, es que se llegará a una conclusión sobre la importancia que ha tenido el factor geográfico dentro del método analítico del materialismo histórico.


La perspectiva soviética de las leyes inexorables de la historia, en tanto de los modos de producción, ha llegado a ser reduccionista por las limitaciones teóricas del momento. Esto, ejemplificando, queda claro en una de las ediciones post XX Congreso[2] del Diccionario filosófico. En la entrada referente a los modos de producción, se relata que «desde la aparición de la sociedad humana, han existido y se han sucedido varios modelos de producción: el régimen de la comunidad primitiva, el régimen esclavista, el feudalismo y el capitalismo» (Rosental & Iudin, 1965: 322). La misma concepción podrá leerse desde Borisov, Zhamin & Makarova (1975) en el Diccionario de economía política: «la historia conoce cinco modos de producción que se han sucedido desde el nacimiento de la sociedad humana: el de la comunidad primitiva, el esclavista, el feudal, el capitalista y el comunista» (p. 164) y que sigue en consonancia con la cosmovisión soviética.


Esta supuesta línea universal de la humanidad, en tanto triada esclavismo-feudalismo-capitalismo, ha de descartarse por sus flaquezas analíticas y por la incapacidad de explicar sociedades africanas, mesoamericanas y asiáticas. Marx, muchos años antes y aún cuando todavía algunos toman el desarrollo histórico occidental como universal, atacaría tal concepción.


Es un hecho que las etapas históricas, y las determinadas formas económicas, tratadas por Marx han existido y se han manifestado con sus particularidades, pero han variado por un sinfín de condiciones y no han seguido, de modo que la evidencia histórica lo avala, un mismo patrón. Así que se puede hablar de un esclavismo grecolatino, de un feudalismo y del capitalismo que, a su vez, tiene sus propias variaciones respecto a las formaciones económicas pero, simultáneamente, a la existencia de estos modos históricos se han visto otros, ya sea en la forma de una coexistencia entre formas de producción, o como la unión de dos modos de producción.


En la Introducción general a la contribución a la economía política ilustra perfectamente esta dialéctica entre Estados, o respecto a sociedades que están en el curso de la sociedad política. Las interacciones entre determinadas sociedades políticas, terminarán por desembocar, desde el punto de vista hegeliano, en tesis, antítesis y síntesis.

Todas las conquistas suponen tres posibilidades: el pueblo conquistador somete al pueblo conquistado a su propio modo de producción (por ejemplo los ingleses en este siglo en Irlanda, y en parte, en la India); o bien deja subsistir el antiguo y se satisface con un tributo (por ejemplo, los turcos y los romanos); o bien se produce una acción recíproca de la que nace una forma nueva, una síntesis (en parte, en las conquistas germanas). En todos los casos, el modo de producción —sea el del pueblo conquistador, sea el del pueblo sometido o el que resulta de la fusión de los dos— es determinante para la nueva distribución que se establece (Marx & Tula, [1980] 2008: 297)

En 1853 —seis años antes de la Contribución a la crítica de la economía política—, Karl Marx publicaría en el New York Daily Tribune un artículo titulado Los futuros resultados de la dominación británica en la India que, a su vez, sucede a varios artículos de ese año que comienzan con La dominación británica en la India. Marx (1976) en un interesante pasaje del texto manifestaría que tanto árabes, turcos, tártaros y mongoles, todos habiendo conquistado sucesivamente la India, fueron rápidamente «hinduizados» al tratarse de conquistadores bárbaros frente a un pueblo superior, cosa que no sucede con la dominación británica —ya que se trata de un pueblo civilizado, de la mayor potencia de la época— y lo cual supone la destrucción de la civilización india (p. 47), entiéndase civilización en el sentido marxista de la palabra.

Pero más allá del efecto destructor, y civilizador, del Imperio impuesto sobre la nación primitiva o incivilizada, también cabe la posibilidad de que coexistan varias formas de producción como parcialmente llegó a suceder en los procesos de colonización. De aquí a que en Bengala, para la colonización británica, se viera una combinación de gran propiedad británica, un sistema de intermediarios irlandés o análogo al irlandés, el sistema austriaco de transformación del terrateniente en recaudador de impuestos y el sistema nativo que, según su tradición asiática, hace del Estado el propietario real (Marx, 1976)

Hay que entender que la visión de Marx en torno al desarrollo histórico dista de la idea de una «teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a la que se hallan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas» (1980: 64) y en este orden de ideas, es cuando Marx hace crítica a la reducción de lo que él denomina un bosquejo histórico sobre los orígenes del capitalismo en Europa occidental, El Capital, en la noción de una fatalidad histórica. El hecho de que, por ejemplo, el capitalismo haya tenido un desarrollo particular en los países de Europa occidental no se traduce a que pueda haberlo tenido así en Rusia o en los países coloniales, a los cuales ingresa a partir de los Imperios que se hacen con Asia y África.


En contra de esta idea de una trayectoria general, se puede leer en Marx & Tula ([1980] 2008):

Estos hombres fueron expropiados, en el transcurso de la historia de Roma, de las tierras que poseían. El mismo proceso que los separaba de sus medios de producción y de sustento sentaba las bases para la creación de la gran propiedad territorial y de los grandes capitales en dinero. Hasta que un buen día, la población apareció dividida en dos campos: en uno, hombres libres despojados de todo menos de su fuerza de trabajo; en el otro, dispuestos a explotar este trabajo, los poseedores de todas las riquezas adquiridas. ¿Y qué ocurrió? Los proletarios romanos no se convirtieron en obreros asalariados, sino en una plebe ociosa cuyo nivel de vida era más bajo aún que el de los "blancos pobres" de los Estados Unidos y al margen de los cuales se desarrolló el régimen de producción, no capitalista, sino basado en el trabajo de los esclavos (p. 65)[3]

Las propias comunas agrícolas, a las cuales Marx les da distintas connotaciones y fisonomías tras una exhaustiva investigación, llegan a ser formas «comunalistas» de producción. Otras, no obstante, son residuos de formas previas en formas de producción posteriores. Las comunidades primitivas, por su parte, difieren en tipo y edad así como señalan fases sucesivas (Marx y Godelier, 1972: 174) entre las que resalta la comuna rusa y su equivalente «occidental» que es la comuna germana.


Una de las claves del artículo es demostrar es el carácter determinante de la geografía tanto en las comunidades primitivas, ya sea en las occidentales como en las asiáticas, africanas o americanas como en las tempranas formas de producción y sus formaciones socioeconómicas; en ese sentido se hablaría del punto de partida, del desarrollo que sigue cada tipo de sociedad y de la forma de producción adoptada. No se pretende, sin embargo, trasladar el argumento a la actualidad, o a la sociedad capitalista, en tanto Marx (2009) manifiesta que «la relación capitalista, por lo demás, brota en un terreno económico que es el producto de un largo proceso de desarrollo» (p. 621)


El punto de partida, o siendo más concretos; las carencias económicas inherentes a las formas precapitalistas, implica que al prescindir de la figura desarrollada de la producción social, la productividad del trabajo quede relegada a las propias condiciones naturales (Marx, 2009: 621) y el elemento geográfico, en este caso, es una determinación total. Esto es lo que marca la particularidad histórica de los despotismos orientales, o lo que Marx también nombra como modo de producción asiático, y su aislamiento porque la constitución de estos protoestados, ahora en términos del materialismo filosófico[4], se ha dado en accidentes geográficos o zonas fluviales. Aquí convendría invocar las características del protoestado, que perfectamente encajan, con la visión marxista del despotismo asiático u oriental.


En una de sus obras magnas, este es el Primer ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas, Bueno (1991) describe a tales sociedades de la siguiente manera:

Protoestados serán aquellos que (teniendo, desde luego, una amplitud y fertilidad suficientes como para poder soportar diversas sociedades naturales) están separados, «aislados» de otros territorios ya poblados por sociedades naturales y aun políticas en fase primaria, por accidentes geográficos. Tal es el caso de los «grandes valles fluviales» (p. 244-245)


Mientras que las sociedades grecolatinas[5], con geografías razonables y puntos estratégicos, logran sentar las bases para desarrollar una agricultura que permitiría dar el paso a la urbanización, a la polis, a la civilización en sentido de ciudad. De aquí a que Anderson (1997) sostuviera que el Mediterráneo había proporcionado el marco geográfico necesario a la civilización antigua. A diferencia de los despotismos asiáticos, donde Marx hace relación a una condición de esclavitud general, que no es la condición jurídica impura de servidumbre por impago o morosidad que señala Anderson dentro de un sinfín de situaciones, en las sociedades grecolatinas o mediterráneas es todo un aparato productivo, una forma de producción. Efectivamente existe la condición jurídica de esclavo pero, en este caso, es una forma de propiedad privada, y no de servidumbre, sobre la que recae un gran mercado que sería la base para el poderío romano. Estas diferencias geográficas, y ya no estrictamente idiosincráticas, aportan una diferencia importante entre dos músculos productivos; uno que todavía es comunalista, pero despótico, y otro que contempla la propiedad privada en el sentido más depredador.

(...) Estas diversas formas de comportamiento de los miembros de la comunidad o tribu con respecto al suelo de la tribu —la tierra en la cual se ha establecido— dependen en parte de las condiciones económicas bajo las cuales éste se comporta con el suelo como propietario, es decir, bajo las cuales se apropia por el trabajo de los frutos de éste, lo cual, a su vez, dependerá del clima, de las características físicas del suelo, del modo físicamente condicionado de su explotación, de su trato con las tribus enemigas o vecinas y de los cambios producidos por las migraciones, experiencias históricas, etc. Para que la comunidad siga existiendo según el modo antiguo, como tal, es necesaria la reproducción de sus miembros bajo las condiciones objetivas presupuestas (Marx, Hobsbawm & Huerta, 2009: 82)

En Formaciones que preceden a la producción capitalista[6], quedan también claras las condiciones de inicio o partida que determinan la fisonomía de una colectividad o grupo determinado que lejos de su propia cohesión interna, terminará cohesionándose con otras para hacerse sociedad. Bajo esas coordenadas, se desprende la siguiente conclusión de Marx, Hobsbawn & Huerta (2009): «cuando finalmente se asiente, el que esta colectividad originaria se modifique en mayor o menor grado dependerá tanto de diversas condiciones externas, climáticas, geográficas, físicas, etc., como de su particular disposición natural, etc.: de su carácter tribal» (p. 68)


El análisis del factor geográfico en el materialismo histórico dista, en cierta manera, con la del materialismo dialéctico. Otras inconsistencias se dan entre la visión monolítica del desarrollo histórico donde la humanidad pasa, aparentemente, por una vía de desarrollo histórica definida. La visión del materialismo histórico tradicional, desde Marx y Engels hasta el poco conocido Labriola[7], se opone en uno y otro punto a la postura teórico-filosófica del materialismo dialéctico soviético. Sirviéndose de estas aseveraciones, no hay que fenestrar los aportes teóricos del materialismo dialéctico ni negar la labor del marxismo-leninismo no sólo como un corpus, sino como un verdadero manual de acción política, propaganda, agitación y conquista del Estado que puede leerse siglos después de El Príncipe. En vano, y sin ningún peso intelectual, surgirían baratas imitaciones desde el temprano fascismo como Technique du coup d'etat de Curzio Malaparte. Será de gran importancia apegarse a la segunda antología de título Problems of Leninism, en su edición china, de los textos de Stalin desde 1924 a 1939. El breve texto de referencia será Dialectical and historical materialism de fecha 1938, al español Sobre el materialismo histórico y el materialismo dialéctico. En el presente caso nos valdremos de traducciones propias para facilitar al lector el entendimiento, y análisis, de los pasajes extraídos de la obra.


Según Stalin (1976) en el concepto de condiciones de vida material de la sociedad entra la naturaleza que rodea a la sociedad, esto es el medio geográfico y que este último influye en el desarrollo de esa sociedad. En una pregunta retórica cuestiona que el medio geográfico pueda ser el factor fundamental que cree determinaciones en la fisonomía de una sociedad, en el tipo de régimen social que mantienen esos hombres y la transición de uno a otro. No podría serlo así en una formación económico social capitalista pero sí podría serlo en un estadio inferior de desarrollo de la sociedad, sociedad que ya es política porque ha aglutinado a otras sociedades naturales. Las fuerzas productivas de esa sociedad al no estar desarrolladas, por la pobreza o el estancamiento tecnológico, y al estar sujetas a unas condiciones difíciles, crean unas determinaciones bastante evidentes.


Es tácito el hecho de que este punto de partida geográfico, cuya gran línea está entre los asiáticos y los latinos mediterráneos, sí determina el cambio de un sistema a otro. Mientras que los asiáticos adoptan esas formas despóticas de las que ya se hablaron, los latinos avanzaron rápidamente hacia la propiedad privada con especial énfasis en la esclavitud.


Todavía refiriéndose al medio geográfico, sugiere que es «una de las condiciones constantes y necesarias del desarrollo de la sociedad, e influye, en él acelerándolo o amortiguándolo» y continúa «pero esta influencia no es determinante, ya que los cambios y el desarrollo de la sociedad se producen con una rapidez incomparablemente mayor que los que afectan al medio geográfico» (Stalin, 1976: 854)


La problemática se da al no reconocer Stalin la diferencia entre unas formas económico sociales con otras, pues en primer lugar habría que mencionar que en una forma como la capitalista, por supuesto que el desierto arábico o las estepas de Asia central, dejarían ser determinantes en algunos aspectos al menos para determinar las condiciones de una sociedad política en su curso de desarrollo. Las fuerzas productivas están lo suficientemente desarrolladas y la tecnología crea un músculo industrial que suple las necesidades que en otras formas productivas no eran suplidas, o no al menos de en masa. Stalin, sin embargo, le quita su carácter determinante en las primeras sociedades políticas y sus formaciones económico sociales, o al menos no lo reconoce formalmente. Mientras que la lectura de Marx y Engels, pudiendo obviar libros catastróficos pero no por ello menos interesantes como El origen de la familia, la propiedad y el Estado, sí aglutina todos estos elementos geográficos y les da especial importancia pero siempre delimitando los márgenes históricos en el asunto. Es decir, la diferencia entre los nómadas beduinos de la península arábica y los occidentalizados árabes que explotan el petróleo con los medios industriales y tecnológicos pertinentes, que ya no vagan por el desierto gracias a la bonanza económica que ha dejado el petróleo «sembrado» por Alah[8]. Por supuesto, ni en Persia ni en los Estados árabes se habría hablado de occidentalización sin la existencia de recursos energéticos como el petróleo[9]. Sin embargo, la propia interconexión entre regiones, proceso que facilita el capitalismo, es lo que determina el carácter de clase nacional de un grupo y lo sugiere cuando en el 18 Brumario de Luis Bonaparte ejemplifica sosteniendo que entre los campesinos parcelarios de Francia solo existía una articulación puramente local y la identidad de sus intereses no generaba entre ellos ninguna comunidad, ni unión nacional y que por tanto no formaban una clase (Marx & Tarcus, 2015: 237).


Stalin (1976) cree que el medio geográfico no puede ser la causa fundamental o determinante del desarrollo social, de modo que para él este permanece «casi invariable» a través del curso de la historia. Estos son, para él, decenas de miles de años (p. 854). Si este fuera el caso actual, como ya hemos matizado múltiples veces, el argumento tendría que tomarse por cierto y con sus reservas. En la actualidad sería complejo que un cambio geográfico determine las condiciones de una sociedad política pero remitiéndonos otra vez al inicio de las sociedades políticas es evidente que las condiciones geográficas influyeron al propio desarrollo de esas sociedades así como determinaron su fisonomía económica. Ahora bien, es innegable que la propia actividad económica pueda influir sobre la geografía y, por tanto, generar cambios geográficos que, en un proceso regresivo, alteren las dinámicas económicas y por ende, tenga consecuencias en las relaciones sociales de producción. En ese sentido, tal como lo hacen Marion King Hubbert en cuanto al cenit del petróleo o el académico Ugo Bardi en la amplia generalidad de recursos energéticos más el denominado efecto Séneca[10], la geografía, con la aceleración de la actividad económica humana, tendría consecuencias (como las ha tenido) en las estructuras sociales y en la forma de concebir el mundo.


Siguiendo este orden de ideas, el factor más importante de cambio geográfico y climático es la actividad económica[11], pues no está fuera de la órbita geográfica como quizás podría verse en el argumento de Stalin en torno a la obra ya mencionada. La economía, ya sea en su rápido crecimiento o habiendo llegado a los picos de crecimiento, tiene fuertes afecciones sobre las condiciones medioambientales y, a medida de que la técnica siga valiéndose del extractivismo y la renta[12], el impacto seguirá todavía creciendo. La maximización del consumo[13] es otro de los grandes tópicos en la producción capitalista. Pero desde otra perspectiva, la anarquía de producción donde el productor es esclavo de la mercancía; es decir, los medios de producción controlan al productor y no el productor a estos (Engels, 1968), siendo además la consecuencia más grave la crisis de sobreproducción derivada del subconsumo.


Pretendemos exponer casos concretos en distintas formaciones sociales a lo largo de la historia y mostrar cómo el factor geográfico, con influjo económico, puede llevar a múltiples efectos. Sin embargo, en el caso del colapso de civilizaciones como la maya no está en esta dinámica análoga reducir todo al aspecto geográfico porque es evidente que, por ejemplo, la decadencia maya si bien está condicionada por factores medioambientales, y geográficos, también se dan guerras intestinas, enfrentamientos entre ciudades y problemáticas sociales de todo tipo que llevan al catastrófico final. Entonces estemos de acuerdo en que hay múltiples factores y consecuencias pero que también que un factor como el medio geográfico puede influir en el resto e incluso reproducirlas. Consideremos a la geopolítica también como un factor de peso y expongamos varios casos. Es sabido por fuentes arqueológicas y geológicas que el colapso maya si bien está relacionado a guerras y a una convulsa situación política, también tiene una estrecha relación con el ambiente. Sostiene Haug et al. (2003) que la civilización maya experimentó una crisis demográfica tan profunda como ninguna otra en la historia humana. En el período del Clásico Terminal los centros urbanos de gran densidad poblacional eran frecuentemente abandonados de manera permanente y la causa de esto, siendo conscientes en que los sedimentos del Cariaco no pueden dar un registro completo de lo que sucedió, parece estar relacionada a las continuas sequías y a los cambios en la lluvia. Los efectos fueron tan estrepitosos que la disminución de la población llegó a ser más de un 80% en poco más de un siglo (Culbert, 1988) en uno de los acontecimientos más devastadores de la historia.


El autor sugiere que la expansión de los mayas, que a su juicio fue frenética, se da en el período que comprende desde el 550 hasta el 750 d.C en tiempos que aparentemente fueron favorables en lo climático y que permitieron a la civilización florecer. Pone en relieve la poca consciencia de los mayas al operar en los límites de la capacidad del medio ambiente, al punto de que con el paso del tiempo quedaron expuestos a las condiciones de sequía que terminaron sellando su destino (Haug et al., 2003) e incluso, según comentan especialistas, la demografía maya llegó a picos tan altos que es considerada una de las más altas de la historia humana; al grado de que se contaban 6700 personas por kilómetro cuadrado en el centro (Rice, 1999) en una población con la que rivalizan China y Java (Culbert, 1993).


A eso Haug et al. (2003) agrega que los mayanistas tienen consenso, y están de acuerdo, en la fuerte evidencia que respalda la tesis de la variabilidad regional en el Clásico terminal y que este colapso comenzó primero en el sur y en el centro de las tierras bajas de Yucatán así como la tendencia parece repetirse en el norte de las tierras bajas un siglo después. Se cree que las sequías, o las condiciones climáticas desfavorables después de un tiempo de gran humedad, comienzan para 750 d.C.


Las tierras bajas del norte tenían como característica las cantidades más bajas de precipitación al año mientras que en el centro había agua dulce disponible. El oeste y el sur de las tierras bajas los mayas tenían acceso a muy poca agua subterránea[14], era escasa y la lluvia, como principal fuente de agua para las ciudades, también escaseaba. De tal manera que el agua jugaba un papel clave en el propio establecimiento de los mayas y su supervivencia. Los mayas no tenían, por lógica, un músculo productivo como el que pudiera brindar un impacto tan fuerte como en la actualidad hace la producción capitalista. A pesar de la baja productividad, las prácticas de deforestación selvática con fines agrícolas propiciaron la imposibilidad de reforestar y contribuyeron a una depredación medioambiental que también tuvo consecuencias en la sociedad maya. Pero sin embargo, hay un reconocimiento formal de que tanto la deforestación como inductor de sequías y la variabilidad natural que, a su vez desembocó en la ausencia de medios acuíferos, fueron motivos de peso y esto fue demostrado por varias simulaciones con un modelo climático regional (Oglesby et al., 2010).


Pero respecto a acontecimientos, o fenómenos, modernos como consecuencia del accionar económico hay cátedra de sobra. Nos convendría, no obstante, centrarnos en casos puntuales con afectaciones concretas. La muestra de que las prácticas indiscriminadas no le son propias nada más al capitalismo, a pesar de que pueda verse así, es la actitud de la Unión Soviética en relación al mar Aral y la ambiciosa política agrícola que desde 1960 pretendía crear un cinturón de algodón en el yermo asiático[15]. El mar Aral debe de haberse formado por lo menos hace 139,000 años y hasta poco antes de la incesante explotación de Syr Darya y Amu Darya para irrigación era el cuarto lago más grande del mundo. La razón de que el daño haya llegado a tales extremos, aparte del duro clima de Asia central, es el intento soviético de colonizar el vasto territorio asiático (Fusco & Quagliarotti, 2016: 300). El propósito de conectar a todo el Imperio soviético, y de mejorar así las condiciones de los que décadas antes eran simples nómadas, no es innoble en sí mismo pero la destrucción del mar Aral tuvo consecuencias hasta el día de hoy irreversibles; más allá de que la parte norte, y no así la parte sur, esté en un constante proceso de rehabilitación gracias a los esfuerzos del gobierno kazajo.


Las antiguas repúblicas hermanas, hoy se disputan un conflicto por el agua; la parte marítima sur de Uzbekistán no tiene remedio alguno y es vector de todo tipo de afecciones, enfermedades, destrucción del ecosistema y cambio climático. A la par de que Kok-Aral separa los mares del norte y del sur, sentenciando la parte sur que cae sobre Uzbekistán a su final. Mientras que en el sector kazajo se ha recuperado, desde hace varios años, la industria pesquera y la actividad económica. Esta situación, sumada a la desintegración del imperialismo soviético, llevan a Uzbekistán a acercarse a los Estados Unidos, país que para el año 2001 destina 100 millones de dólares —de los 4 billones de dólares del presupuesto contra el terrorismo que cedía el Congreso de los EEUU— y estimulando, a su vez, el aparato productivo y mercantil uzbeko con la entonces nueva tutela postsoviética (Luong & Weinthal, 2002). Esta colaboración permite a Estados Unidos tener presencia militar sobre Uzbekistán, estableciendo bases desde la que organizaba importantes operaciones destinadas a territorio afgano hasta el cierre de la base aérea de Karshi-Khanabad en 2005.


De forma similar, y por supuesto que no se pretende hacer equiparaciones en cuanto a impacto, se encuentra la Fiebre del oro en California. entre 1847 y 1855; California a duras penas había tenido desarrollo económico con la Monarquía hispánica, y menos aún con el posterior Estado mexicano. Con la adhesión a los Estados Unidos, la explotación de California fue un hecho así como la apertura de la Costa Oeste al mercado capitalista mundial[16]. Antes de que California fuera formalmente una entidad federal en los Estados Unidos en 1850, el proceso de explotación estaba gestándose por parte los nuevos colonos pero, a pesar de esto, no se puede ignorar que españoles y mexicanos estuvieron introduciendo por siglos pastos exóticos de origen mediterráneo que fueron resquebrajando el medio ambiente californiano (Dasmann, 1998).

Mientras que Dasmann (1998) considera que la demanda de madera con los misioneros, y descubridores, españoles era limitada y estaba sujeta a la construcción de pequeños establecimientos. Durante la Fiebre del oro tuvo un aumento exponencial en razón de hacerse con nuevos yacimientos, y de brindar hogar a los nuevos colonizadores. California no sería el único lugar afectado, pues las minas de plata en Nevada desembocarían en la deforestación total de los bosques de pinos en las inmediaciones del lago Tahoe. La minería hidráulica sería otro gran problema para los ríos, en tanto significaba perder la pureza de los mismos; pureza que era común antes de 1848 y lejos de dañar el ecosistema, también se encargó de dañar los asentamientos gracias a todo tipo de inundaciones. El ensanchamiento de los ríos, la desaceleración del agua así como cambios en las orillas y el desborde de las aguas. La más conocida de estas inundaciones fue la de de enero de 1862 en Sacramento. No sería hasta el año 1884 que el circuito judicial de San Francisco sancionaría un mandato contra la minería hidráulica prohibiéndola totalmente.


China personifica la transformación de un país rural, atrasado y ocupado por fuerzas enemigas en un auténtico Imperio, tal como históricamente lo fue antes de su subyugación por las potencias europeas y Japón, que se disputa la postura de superpotencia con los Estados Unidos y que ahora mismo es uno de los grandes inversores del mundo. Este proceso de conversión de China en una nación fábrica se ve latente en el balance comercial positivo de unos $79.8 billones de dólares, siendo además el mayor exportador del mundo para el año 2017 con $2.41 trillones de dólares en exportaciones. China es un país que también se hace ver como un gran consumidor, en tanto es el segundo mayor importador del mundo con un porcentaje de crecimiento anual de 1.3%[17].


Esto, a pesar de haber significado un paso titánico, deja como consecuencia altas emisiones de CO2[18], casi el doble de la emisión de gases de EEUU, y un país con altos niveles de contaminación. Cabe destacar el impacto negativo de la densidad poblacional y de la movilización de estas poblaciones, por cuanto se destaca el transporte público o los vehículos automotores, en términos de emisión de dióxido de carbono. Pero el presente estudio sugiere que las ciudades compactas pueden ser más respetuosas con el ambiente que las que están dispersas; es decir, las típicas ciudades de países desarrollados donde priman vehículos privados automotores frente a las compactas que se caracterizan por el uso de medios de transporte público (Song et al, 2016)


Los chinos han adoptado estrictas regulaciones de tierra, de modo que la construcción de torres y apartamentos para suplir la demanda de viviendas para los ciudadanos que emigran del campo a las ciudades. Esta política de urbanización[19], que ya hemos categorizado como rápida y eficiente, promueve la creación de ciudades compactas que según Song et al. (2016) es mucho más positivo que las ciudades dispersas en cuanto a la emisión de dióxido de carbono.

China, aún con este esfuerzo a costa del ambiente, es junto a India el país que lleva la delantera en los intentos de aumentar la población vegetal y la reforestación (Chen et al., 2019). Este estudio ha sido avalado por imágenes satelitales que, por años, han documentado el greening en extensiones chinas e indias. Declara Chen et al. (2019) que esta ecologización proviene de los bosques, representados en un 49%, y de las tierras de cultivo con un 32% mientras que en India el 82% de estos intentos de ecologización proviene de las tierras de cultivo con apenas un 4.4% de contribución en bosques. China, ante la constante degradación dejada por los procesos agrícolas, constante urbanización y el largo proceso industrial, se propone un ambicioso plan para sanear y ecologizar su gran masa geográfica.


No hay motivos para dudar del impacto del capitalismo en términos geográficos pero no habría que tomar el enfoque más fatalista, en tanto es la propia producción capitalista la que tiene la técnica suficiente para poder sobreponerse a los cambios. Sin embargo, no creemos que sea así eternamente mientras siga abusándose de ciertas prácticas rentistas y extractivistas.


De esto podemos concluir que la geografía no solo puede determinar la sociedad en estadios tan tempranos, sino que además puede significar su colapso. Y que bajo esta lupa, tendría que reconocerse el peso de las prácticas o actividades económicas así como la posibilidad de que estas actividades puedan amortiguar o acelerar los cambios geográficos, climáticos, etcétera. Stalin, a propósito de la economía como factor determinante, parece desconectarlo de alguna manera con la geografía e ignorar quizás esta mutua alimentación. No hay motivos para pensar que algunas de sus aseveraciones son incorrectas, ni tampoco hay motivos para culparlo puesto que el desarrollo de algunas ciencias, y el hallazgo de múltiples evidencias al respecto, tiene poco tiempo de vigencia y muchos de estos hallazgos son posteriores a la muerte de Stalin.


Las lecciones que pueden extraerse de estos casos concretos, desde el análisis del materialismo histórico, es justamente el impacto que puede tener el factor geográfico y la imposibilidad de separarlo del factor económico. Los mayas son la imagen, por antonomasia, del colapso de una civilización; factores climáticos, geográficos y ambientales condicionan su florecimiento como civilización y también condicionan su rápido colapso, motivo por el que hay que darle importancia a la factorización geográfica y a su relación intrínseca con la economía. La civilización maya, en tanto protoestado, se desarrolla desde el punto de partida de su aislamiento y las condiciones geográficas que van dándole forma hasta que el repentino florecimiento, y su propia desaceleración tanto económica como demográfica, llevan al tráfico final.


La colonización de California implica la transformación de las propias relaciones sociales de producción, y de la dinámica social, en tanto las viejas dinámicas hispánicas, todavía con un componente semifeudal, habían sido progresivamente rotas por el posterior Estado mexicano pero este, en su atraso, no pudo permitirse un desarrollo extensivo del capitalismo; desarrollo que logran los EEUU con la tutela sobre California y el resto de los Estados del oeste. Mientras que la minería atrae a todo tipo de colonos, estos se dedican al negocio minero con todo tipo de repercusiones y el súbito agotamiento de las minas de oro. Los granjeros, tras el boom del oro y el proceso de industrialización, se proletarizan a medida de que pasan las décadas[20]. Por su parte, la esclavitud, que es parcialmente abolida, parece manifestarse indirectamente en ilegales de origen asiático que son la mano de obra barata para construir vías ferroviarias y una nueva composición de clases surge en esa región, a imitación de los Estados de la Costa Este y del norte de Estados Unidos que tenían incipientes burguesías industriales desarrolladas. Se ve la imposibilidad de los españoles, y luego mexicanos, de explotar California mientras que los estadounidenses sí lo logran y las alteraciones medioambientales que hacen replantearse la minería. California representa un ejemplo exitoso, casi como Australia o Nueva Zelanda, de un proceso civilizatorio dentro de las coordenadas marxistas.


En Asia central se gesta, por un tiempo, la muerte de la pesca, la alteración en las relaciones sociales de producción y la gestación de una nueva geopolítica motivada por una guerra acuífera así como por la caída del mayor Imperio generador de la región, la URSS. Comienza el acercamiento de determinadas naciones, concretamente Uzbekistán, a otros Imperios como EEUU. El Aral crea daños irreversibles, movilización de poblaciones y la muerte de varios sectores económicos en las zonas colindantes. Las cinco repúblicas, en tanto Estados codeterminados, son sumidas en una serie de conflictos donde, por ejemplo, el agua juega un papel importante y varias, en escasez de fuentes de agua, adquieren la obligación de rehabilitar el mar Aral. Esto, además, prueba que no hace falta el paso de miles, o cientos de años, para lograr cambios de envergadura en términos geográficos y finalmente, sociales. Al mar Aral, que naturalmente no estaba exento de sequías, con la acción económica y humana necesaria le tomó unas décadas el desastre.


Y los casos ilustrados en este artículo cierran con la industrialización china, y su alto impacto ambiental, de tal manera que puede presentarse, en principio, como un modelo vivo y exitoso mientras sepamos ponerle reservas al asunto. China se ha visto obligada a remendar parte de su comportamiento, a diferencia de muchos de los países occidentales que siguen negándose a abandonar fuentes de energías sucias. Por ejemplo, el europeísmo a la perspectiva alemana lleva al cierre de centrales térmicas en España pero a la reapertura de estas en Alemania. Europa, que se negó a nuclearizarse y procedió al cierre de todas sus centrales nucleares tras el desastre de Chernóbil, prefiere seguir rigiéndose por el abuso de combustibles fósiles y centrales térmicas de carbón para emitir CO2. China, así como los territorios norteamericanos del oeste, pasa de una economía rural a un gran músculo industrial.


Obviando que las naciones capitalistas puedan rectificar con políticas ecológicas, o autodenominadas ecológicas, es necesario entender que el efecto sigue siendo limitado si nos apegamos al segundo principio elemental de la termodinámica; la entropía. Estos daños a la masa geográfica son irreversibles, del mismo modo que el agotamiento de los recursos tal como lo son hidrocarburos es y será irreversible. No se pretende con este artículo, que tiene como misión demostrar la importancia del factor geográfico en Marx, negar cualquier avance en materia ecológica pero la comprensión de que la irreversibilidad es una ley aplicable a la propia dinámica capitalista, puesto que obedece a una lógica de «circularidad» (Altvater, 1992) pero a nuestro entender, y aquí pretendemos marcar algo de distancia con la conclusión de Altvater, el capitalismo presenta contradicciones con la propia naturaleza pero no por ello ha de ser incompatible y mostrar imposibilidades por la simple naturaleza adaptativa del capitalismo, motivo por el cual Schumpeter (1996) sugiere que que el capitalismo, por naturaleza, es un método de transformación económica no estacionario y denomina así a este proceso como destrucción creadora; término que, a pesar, de todo no se aleja de la tradición marxista pues ya había sido acuñado, en ocasiones, por él —y aquí convendría volver a retomar los escritos sobre la India— pero, al fin y al cabo, Schumpeter cree que dentro de esta destrucción creadora el éxito del capitalismo será, al mismo tiempo, su colapso final. Las acciones innovadoras que tienen como resultado cambios en la técnica y la tecnología son, precisamente, el elemento evolutivo en el capitalismo, la posibilidad de mutar y he aquí la premisa de Schumpeter, que no es necesariamente extraña a la de Marx.


Nuestras conclusiones desde la óptica marxista tendrían que enumerarse de la siguiente manera:


1. Las condiciones geográficas, en tanto factor, determinan la fisonomía de las primeras sociedades naturales y luego de las sociedades políticas en su curso de desarrollo. Los protoestados/uniarquías asiáticas o mesoamericanas frente a las primeras sociedades estatales grecolatinas.


2. Más que una línea de desarrollo general para toda la humanidad, lo que permite las variaciones dentro del ya mencionado punto de partida de las sociedades naturales es la variabilidad geográfica. El Mediterráneo, y sus agradables condiciones, permiten un desarrollo a los grecolatinos completamente diferente al de los hombres del Éufrates.


3. Las condiciones geográficas, ya en formas de protoestado/uniarquías y en tempranas economías, puede determinar su colapso como civilización. El caso maya, con amplia literatura para reforzar esta tesis, es un caso notable.


4. Las condiciones geográficas, la fecundidad del suelo y otros factores climáticos dejan de ser determinante como punto de partida, o agente de cambio, a medida de que evoluciona la técnica y se reduce el tiempo de trabajo socialmente necesario (TTSN). En ese sentido, la forma de producción capitalista, más si hablamos de la globalización y de las oleadas de industrialización nacionales, se antepone a esas condiciones que alguna vez determinaron a esa sociedad. El hombre reproduce sus medios de existencia.


5. Ya expuesto el tercer punto, desde esas coordenadas se puede manifestar de forma tácita que la acción económica tiene repercusiones inmediatas sobre el medio ambiente y el ecosistema, de manera que al haber alteraciones en el medio, estas afectarán, en una especie de bucle, al medio social y económico.


6. Las condiciones geográficas, climáticas y ambientales pueden repercutir, no perdiendo el componente económico que trabaja sobre esa base geográfica, en el campo sociopolítico. Guerras por recursos, protestas por la ausencia de recursos o adversidad geográfica y la alteración de la geopolítica regional. Generación de regionalismo dentro de una nación; e incluso el separatismo como forma de emancipación económica contra regulaciones y aduanas. Catalanes y escoceses, por ejemplo, se sienten europeos en el sentido económico.


7. El factor geográfico es la base sobre la que reposa el factor económico según los clásicos. No hay economía sin base geográfica, son inseparables y no pueden entenderse de forma aislada, salvo que las ciencias se ocupen del análisis de la prehistoria cuando el hombre todavía era animal.


Este artículo ha buscado abordar varios tópicos con el claro fin de complementar una reivindicación de la geografía como factor fundamental dentro del pensamiento marxista, en vísperas además de nutrir de producción intelectual todo el legado que alguna vez dejó el materialismo histórico y negar así toda la rigidez con la que se ha tratado de dar continuidad a los aportes de Marx. Lejos de todo dogmatismo y de ortodoxias que le son negativas al pensamiento, se pretende aportar y trascender. En sus Tesis, y no como el renegado Lutero, Marx declaró que era en la práctica donde el hombre tenía que demostrar la verdad, la terrenalidad de su pensamiento[21]


Cuius est solum, eius est usque ad coelum et ad inferos[22]


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[1] Bueno, G. (Junio de 2008). La vuelta del revés de Marx. Recuperado de http://nodulo.org/ec/2008/n076p02.htm.

[2] Entre el 14 y 25 de febrero se organizó el XX Congreso del PCUS donde se atacaba tajantemente la dirección de Stalin, a la que Jruschov nunca pudo superar ni poner bajo su sombra. El discurso secreto pronunciado el 25 de febrero marca el inicio de una desestalinización que dura décadas y promueve un viraje ideológico.

[3] Carta a la redacción de Otiéchestviennie Zapiski, finales de 1877. Otiéchestviennie Zapiski o los Anales de la Patria era una revista político-literaria cuyas producciones para la época eran bastante progresistas, lo cual le repercute causándole las duras persecuciones del Zar y su okrana. Fue clausurada, tras una dura censura, en el año 1884.

[4] Modos de las sociedades políticas primarias: uniarquías y protoestados. Diccionario filosófico. Manual de materialismo filosófico. Recuperado de http://www.filosofia.org/filomat/df572.htm

[5] Con sociedades grecolatinas se pretende aglutinar a la monarquía romana que se vuelve República, posteriormente Imperio en el sentido estricto, a las polis griegas (en menor grado ciudades como Siracusa) hasta su adhesión al Imperio macedónico, y luego al romano, y a la imbatible Cartago.

[6] Este texto inédito forma parte de Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, también conocidos como los Grundrisse, de Marx. Ocasionalmente cuesta descubrir el sentido real de muchos pasajes porque son anotaciones personales de Marx pero su importancia es invaluable para el estudio de su obra.

[7] Antonio Labriola (1843-1904) es un marxista y filósofo italiano cuya alma máter fue la Universidad de Nápoles Federico II. Aunque su figura es relativamente desconocida, se le cuenta como el gran iniciador de la tradición marxista seguida por Gramsci y Toggliati. Su obra más conocida, y póstuma, es Ensayos en torno a la concepción materialista de la historia.

[8] Tras un tortuoso período de decadencia, y los primeros hallazgos petroleros sobre Bahrein en 1932, para el año 1938 en Dammam se encuentra el primer gran yacimiento en territorio saudí.

Esto marca la posición aventajada de los pueblos árabes en el mercado petrolero internacional.

[9] La occidentalización otomana, aún con el reaccionarismo mahometano, comienza a manifestarse en primer lugar en Arabia y gracias a Mehmet Alí en Egipto. Finalmente el proceso da frutos con la ruptura respecto al Imperio otomano, la tutela británica y el descubrimiento del petróleo. Marx dice en los Grundrisse que «capital es sólo otro nombre para civilización». Citado por Dussel en Marx, K. & Dussel, E. (1984). Cuaderno tecnológico-histórico. Estudio preliminar de Enrique Dussel. México: Ediciones Especiales de la Universidad Autónoma de Puebla, p. 58. [10] El efecto Séneca es como Bardi matemáticamente esquematiza la decadencia y el colapso de las civilizaciones, bautizado así por el siguiente pasaje: «Esset aliquod inbecillitatis nostrae solacium rerumque nostrarum si tam tarde perirent cuncta quam fiunt: nunc incrementa lente exeunt, festinatur in damnum». Al respecto conviene revisar Bardi, Ugo (2017). The Seneca Effect: Why Growth is Slow But Collapse is Rapid. Springer.

[11] En una carta dirigida a Bolgius, fecha 25 de enero de 1894, Engels afirma que«entre las relaciones económicas se incluye también la base geográfica sobre la que aquellas se desarrollan y los vestigios efectivamente legados por anteriores fases económicas de desarrollo que se han mantenido en pie, muchas veces sólo por la tradición o la vis inertiae, y también, naturalmente, el medio ambiente que rodea a esta forma de sociedad». Ver en Marx, K. & Engels, F. (1974). Obras escogidas en tres tomos. Moscú: Editorial Progreso.

[12] Schumacher sugiere que los combustibles fósiles son percibidos como artículos de renta y no como bienes de capital. De ahí es que acuña el término capital natural, capital que, por motivos obvios, es irremplazable. Ver Schumacher, E.F. (1983). Lo pequeño es hermoso. Buenos Aires: Ediciones Orbis, S.A.

[13] Marx consideraba que «todo progreso de la agricultura capitalista no es sólo un progreso en el arte esquilmar al obrero, sino a la vez el arte de esquilmar el suelo; todo avance en el acrecentamiento de la fertilidad de este en un lapso dado, un avance en el agotamiento de las fuentes duraderas de la fertilidad». Véase Véase Marx, K., & Scaron, P (ed.). (2009). El Capital I, vol. 2. Madrid: Siglo Veintiuno Editores de España, S.A, p. 611.

[14] El control de los recursos acuíferos, tal como en los despotismos orientales, determinaba el grado de poder de las ciudades mayas. Esto increíblemente parece respaldar una de las conclusiones de Godelier, tras estudiar los escritos de Marx sobre las producciones asiáticas, de que el despotismo oriental no era exclusivamente oriental sino que, al parecer, atendía más a situaciones geográficas y de aislamiento.

[15] Este ambicioso proyecto tenía como fin el desvío de agua en el terreno árido de las repúblicas de Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán. Los dos grandes ríos de Asia central, surtidos por deshielo y precipitación, fueron la herramienta para este proyecto que pretendía repoblar el desierto y volverlo una zona fértil compuesta por granjas de algodón.

[16] Marx en referencia a la tutela de Estados Unidos manifestaba que mediante la voraz explotación de las minas de oro californianas, los norteamericanos conseguirían los medios de circulación necesarios para concentrar en la costa una población densa y estable, crear grandes ciudades, tender líneas de ferrocarril desde Nueva York a San Francisco y abrir por primera vez el Océano Pacífico a la civilización. Ver Paneslavismo democrático en la Neue Rheinische Zeitung, 222, 15 de febrero de 1849.

[17] Datos consultados en la OEC. Recuperado de https://oec.world/en/profile/country/chn/

[18] Para el año 2018, según Knoema, China había emitido 11.255.880,0 kilotoneladas de CO2. Un kt equivale a 1.000 toneladas. Las últimas cifras del Banco Mundial para el año 2014 apuntan a 10.291.926, 9 kt de CO2. Recuperado de https://knoema.es/atlas/China/Emisiones-de-CO2-kt y de https://data.worldbank.org/indicator/EN.ATM.CO2E.KT?view=map

[19] La política de urbanización china ha dado resultados de todo tipo; desde ciudades hechas de cero hasta las que paulatinamente comienzan a ser pobladas. Este ambicioso proyecto es el Nuevo Plan de Urbanización Nacional 2014-2020

[20] Apunta Marx que es en «la esfera de la agricultura donde la gran industria opera de la manera más revolucionaria, ya que liquida al baluarte de la vieja sociedad, el “campesino”, sustituyéndolo por el asalariado». Véase Marx, K., & Scaron, P (ed.). (2009). El Capital I, vol. 2. Madrid: Siglo Veintiuno Editores de España, S.A, p. 611.

[21] Once observaciones hechas por Marx en su cuaderno personal para 1845 y que Engels publica póstumamente como apéndice de Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Esta en particular es la segunda tesis esgrimida por él.

[22] El que es dueño del suelo, lo es por arriba hasta el cielo y por abajo hasta el infierno. Se le atribuye a Accursio di Bagnolo (1182-1263 d.C)


Sobre el autor:

Puerto la Cruz, Venezuela, 1997. Derecho por la Universidad Nororiental Gran Mariscal de Ayacucho. Divulgador de historia y articulista. Colabora con medios tales como Academia Play, El Catoblepas, etcétera.

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Javier Bermejo
Javier Bermejo
11 déc. 2020

Muy interesante aporte. De lectura más que recomendable.

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