Santiago Armesilla & Diego Fusaro[1]
Resumen: A continuación se presenta lo que iba a ser una entrevista a Diego Fusaro, filósofo italiano que, en 2019, se hizo conocido en España por una entrevista en El Confidencial realizada por Esteban Hernández, cuya polémica provocó incluso un debate con el coordinador general de Izquierda Unida y hoy ministro de consumo, Alberto Garzón. Publicada con permiso de Fusaro, que por motivos de agenda no pudo seguir contestando a la misma, la entrevista se convirtió en un diálogo inconcluso, polémico, dentro del campo de las ideas filosóficas y políticas entre él y Santiago Armesilla. En dicha confrontación de ideas Fusaro expone su particular visión del marxismo, leído desde el idealismo alemán, particularmente desde Hegel, y la de Armesilla, que adelanta los postulados que podrán leerse en su próxima obra La vuelta del revés de Marx: el materialismo político entretejiendo a Karl Marx y a Gustavo Bueno, que editará en España El Viejo Topo y en Argentina Biblos. Hemos creído interesante para los lectores de La Razón Comunista mostrar este contraste de doctrinas filosóficas entre Fusaro y Armesilla, que esperamos pueda retomarse donde se dejó.
Palabras clave: Diego Fusaro, materialismo, idealismo, marxismo, dialéctica.
I. Breve introducción al diálogo inconcluso.
Después de varios correos electrónicos, pude conseguir que Diego Fusaro, el filósofo menor de 40 años más de moda en Europa occidental, me concediera una entrevista que, a medida que se iba realizando, fue planteándose más bien como una polémica, como una confrontación de doctrinas filosóficas entre dos personas que, cada uno a su manera, se reclama discípulo de Marx.
Las preguntas fueron tres, y las respuestas dos. Todas ellas muy amplias, y que dan lugar a que los lectores puedan sacar conclusiones de las mismas, e incluso posicionarse. Por motivos de agenda, Fusaro se disculpó de no poder continuar respondiendo, pero nos dio permiso para poder publicarla en el nº3 de La Razón Comunista, pues no podía retrasarse más la publicación de la misma.
Lo que a priori podemos destacar de la misma es lo que sigue, brevemente expuesto:
a) Fusaro realiza una lectura de Marx que podríamos definir como premarxista, es decir, desde el idealismo alemán y, particularmente desde Hegel. Yo hago una lectura de Marx más apegada a la tradición del marxismo-leninismo, y entretejida con el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, que sustituye al Diamat soviético en su vertiente monista como doctrina filosófica complementaria del materialismo histórico.
b) La lectura de Fusaro sobre Marx es la de un idealista en lo filosófico, condición que le parece fundamental para promocionar la revolución política. Yo, por el contrario, entiendo que la lectura que Fusaro hace del materialismo, como conservador, parece ser la del materialismo mecanicista del siglo XVIII, que nunca fue revolucionario, y que Fusaro olvida el “lado activo del idealismo” que tanto Marx como Lenin y Bueno siempre reivindicaron como (cripto) materialista.
c) Para terminar como elemento a destacar, parece haber una consideración peyorativa por parte de Fusaro respecto del materialismo, entendido quizás por su lado como corporeísmo monista, alejado de la concepción pluralista del mismo que, a mi juicio, comparten tanto Marx (sobre todo a través de su teoría del valor-trabajo, pero también en La ideología alemana) como Lenin (en Materialismo y empiriocriticismo) y en Bueno (Ensayos materialistas). En filosofía es común utilizar los términos de otras doctrinas filosóficas (idealismo, materialismo, metafísica) como peyorativos, y no solo como definición de las mismas. Por mi parte, diría que el materialismo ha estado presente en la construcción geométrica de los sistemas filosóficos desde Platón (su principio de Symploké es materialista), y tratar de arrogarse, en positivo o en negativo, un término filosófico no ayuda a distinguir, en esencia, la geometría de las ideas en que consiste la filosofía.
La importancia política de la polémica inconclusa que presentamos a continuación reside, a mi parecer, en que Fusaro, y los grupos políticos que en él se pretenden inspirar, tratan de combatir ideas (postmodernismo sobre todo) con las mismas herramientas filosóficas que inspiran a sus “enemigos”. Es decir, combatir idealismo con idealismo, aún en direcciones opuestas y con aciertos parciales por ambas partes. Desde una perspectiva materialista marxista, entiendo que esto supone, a la larga, tratar de matar moscas a cañonazos. Pues no acaba con la raíz del problema del postmodernismo hegemónico en el capitalismo contemporáneo, y que es su conexión con determinadas derivaciones del idealismo alemán, y particularmente con las más conectadas con el fascismo y el nacionalsocialismo clásicos, Nietzsche y Heiddeger, autores de referencia tanto en los identitarios de la izquierda indefinida como de la “derecha” postmoderna actual (alt-right, Casapound, etc.).
La reivindicación del Marx materialista, del que rompe con la tradición filosófica de la que parte, como Jesucristo rompió con el judaísmo, es fundamental para plantear una alterantiva realmente transformadora en el siglo XXI, como lo fue ya en la segunda mitad del siglo XIX y en el siglo XX. De ahí que evitar lo peyorativo en los términos utilizados para definir doctrinas filosóficas, sin eludir la necesaria polémica, sea ahora más que necesario. Y de ahí esta polémica que, espero, pueda ser terminada por ambos.
1) Después de hacerte famoso gracias a la entrevista que te realizó Esteban Hernández en El Confidencial, empezaste a ser una personalidad conocida en España. Incluso entraste en un debate dialéctico con el actual coordinador federal de Izquierda Unida, Alberto Garzón, coalición en la que se encuentra el histórico Partido Comunista de España y que, a su vez, se encuentra en Unidas Podemos. Sin embargo, tu recorrido filosófico y político es de años.
Muchos libros tuyos han sido traducidos al español. Una cosa que llama la atención de tu propuesta es ese intento de hacer retornar el marxismo a sus raíces en el idealismo alemán, con el cual rompió Marx.
¿Cómo es posible conjugar, como haces, a Marx, un materialista político, con por ejemplo Heidegger, el último gran representante de la filosofía idealista alemana, y un nazi confeso que nunca se arrepintió de su militancia en el NSDAP?
Gracias. Estoy muy feliz de que me lean y discutan en España, una tierra que amo por su historia y belleza. La traducción de mi libro "Marx idealista" está a punto de salir con El Viejo Topo. Y también lo apoyé en mi estudio "Idealismo y praxis. Fichte, Marx y Gentile" (2013). Mi tesis filosófica es que Marx no es un materialista, sino un idealista cien por cien. Totalmente hegeliana es su concepción de la totalidad dialéctica y la historia como un proceso de adquisición de autoconciencia y libertad del Espíritu, que en Marx se convierte en humanidad.
La concepción marxista del objeto como Gegenstand y no como Objekt es totalmente fichteana. El objeto no es una presencia material dada, que debe reflejarse y aceptarse, como lo es para Feuerbach. En cambio, es Gegenstand, es un "objeto colocado" por la praxis humana históricamente determinada. Como tal, no debe ser reflejado y aceptado, sino transformado, de modo que se adapte al Sujeto, a la raza humana.
El materialismo piensa en el ser como una presencia dada a la que adaptarse: por ello, así en las "Tesis sobre Feuerbach", el punto más alto al que Feuerbach llega es a la contemplación de la sociedad burguesa tal como es. Pensando de manera idealista el objeto como un lugar de praxis y, por lo tanto, como transformable, el punto más alto no es la sociedad burguesa, sino la "humanidad socializada", como lo llama Marx en las "Tesis sobre Feuerbach". El contraste es el fichteano entre una filosofía que acepta el mundo (Dogmatismus) y una filosofía que lo transforma (Idealismus).
El materialismo es la ontología menos revolucionaria que puede existir. Gramsci lo dice bien en el "Quaderni". Heidegger, como Giovanni Gentile en Italia, entendió bien que la metafísica de Marx es idealista. Y ese materialismo, en Marx, significa solo que el ser se entiende "nur als Stoff", "solo como materia" de praxis, de hacer humano. Sobre la conexión entre Marx y Heidegger insistí en mi reciente libro "La noche del mundo. Marx, Heidegger y el tecnocapitalista". En este libro, comparo a Marx y Heidegger y elijo el primero.
La ontología de Heidegger no es nazi per se, aunque Heidegger tiene un oportunismo siniestro vinculado al nazismo. La ontología de Heidegger, por otro lado, produce una adaptación al mundo de la tecnología: la técnica de Heidegger es el capitalismo de Marx, pero se piensa como intransformable: "ahora solo un Dios puede salvarnos". Para el idealismo de la praxis de Marx, por otro lado, el capitalismo, como Gegenstand y planteado por la praxis, puede y debe revertirse: "la verdad es una cuestión práctica (praktische Frage)", "los filósofos solo han interpretado el mundo de manera diferente, sin embargo, se trata de transformarlo ". Por eso me considero un marxista en lugar de un heideggeriano. ¡Nulla salus extra Marx!
2) Lenin en Materialismo y empiriocriticismo, afirma que las dos grandes corrientes filosóficas históricas son el idealismo y el materialismo. Tanto él como Marx reivindican el “lado activo del idealismo” en el que parece que te encuentras tú, y lo hacen contra el materialismo mecanicista conservador del siglo XVIII. Pero Marx propone la vuelta del revés (Umstulpung) de ese “lado activo del idealismo” respecto a su máximo representante después de Kant, Hegel, y en concreto respecto a su herramienta, en realidad, más materialista: la dialéctica.
Marx, como sabes, afirma que la dialéctica de Hegel está boca abajo, y que hay que ponerla de pie para limpiarla de metafísica y de idealismo. El filósofo marxista español Gustavo Bueno define la metafísica como el lugar, o momento, en que las ideas filosóficas se encuentran tras un progreso dialéctico de análisis sin que puedan regresar al mundo de los fenómenos reales, materiales, de que proceden. Entonces es cuando esas ideas no tienen capacidad ya de explicar los fenómenos en que se generan, y se convierten en ideas problemáticas, incluso falsas (falsa conciencia).
En el idealismo podemos advertir dos corrientes.
En primer lugar, la del idealismo subjetivo, muy en correspondencia con el postmodernismo con el que te enfrentas, y también muy presentes en el neoliberalismo, por ejemplo en la Escuela Austriaca y en su versión de la teoría de la utilidad marginal. El idealismo subjetivo entiende que toda la realidad es producto de la mente, de nuestras percepciones y sensaciones, por lo que no podemos, según esta corriente, afirmar que la realidad existe de manera independiente a nosotros. Este idealismo subjetivo es solidario del individualismo, y por tanto es antisocialista, y en el límite nos lleva al solipsismo de Max Stirner.
En segundo lugar, encontramos la corriente del idealismo objetivo, que entiende que la realidad no es ya producto de la conciencia subjetiva, sino de una conciencia objetiva, universal, que pone en correspondencia este idealismo con el espiritualismo.
Sin embargo, Marx es todo lo opuesto a ambos. Para Marx, todo lo real es material. En su vuelta del revés de Hegel, el “todo lo real es racional” de éste es invertido, convirtiendo lo racional en material. Es más, hasta tal punto Marx rompe con ese idealismo objetivo de cuño hegeliano que, al contrario de lo que afirmas, no es la humanidad en abstracto, sino la clase obrera, el proletariado, el sujeto revolucionario de emancipación mediante su elevación a la condición de clase nacional en la dictadura del proletariado.
Esto es lo que defienden Marx y Engels en el Manifiesto Comunista y en la Crítica del programa de Gotha. Dialéctica de clases y de Estados.
Parece que tu idea de marxismo, en base a tu idea de humanidad, conecta con una supuesta sociedad civil universal a emancipar, que está más cerca de la Ciudad de Dios de San Agustín que de la praxis revolucionaria comunista, y por tanto, de lo que propone realmente Marx
¿No es contraproducente combatir el idealismo subjetivo postmoderno con el idealismo objetivo que pareces defender?
Si aceptamos la dicotomía propuesta por Lenin, que en mi opinión propone antes el mismo Fichte entre dogmatismo (materialismo) e idealismo, debemos reconocer que una filosofía de la praxis no puede sino basarse en el idealismo.
El materialismo lleva a la necesidad de aceptar lo que está allí, entendido como un material para ser determinado y aceptado. Puro adaequatio, cognitivo y político. A la manera del materialista Feuerbach, idealísticamente criticado por Marx.
Por esta razón, Gramsci dice que el materialismo en Marx es solo una metáfora y Lange, en su Historia del materialismo, de manera correcta no ha colocado el nombre de Marx.
El idealismo subjetivo y posmoderno tal como lo presentaste es correcto criticarlo. Pero este idealismo es el de Berkeley, no el del Wissenschaftslehre de Fichte. No olvidemos que el Wissenschaftslehre de Fichte, admitido por su propio autor, nació como una ontología de la Revolución Francesa: la humanidad concebida como un solo yo que actúa y transforma el no yo, o más bien sus propias objetivaciones históricas. El no-ego debe ser considerado como colocado por el ego, es decir, como digamos el Gegenstand, el Marx de las Tesis sobre Feuerbach.
En resumen, el idealismo de Fichte no es posmoderno, sino que es la antítesis del posmodernismo y su "razón cínica": no se limita a interpretar el mundo ("no hay hechos, solo interpretaciones"). Actúa y lo transforma por medios revolucionarios. Es en la práctica transformadora que se da la verdad, tanto para Marx como para Fichte.
La metáfora de Hegel al revés y la dialéctica invertida, que Marx usa en El capital, es equívoca y no me convence. Marx no es el Papa y puede haberse equivocado al interpretar a Hegel.
En mi opinión, Hegel es infinitamente superior a Marx en el nivel filosófico. El idealismo de Hegel no significa, cómo Marx cree, que las ideas determinan la realidad o, en La Sagrada Familia, que la manzana concreta deriva de la idea de manzana. Esta es una lectura trivial de Hegel. Hegel es un materialista histórico incluso más que Marx, porque tiene un sentido de concreción y conflicto, de historicidad y realidad. La filosofía tiene como objeto lo real, que es la Historia y el devenir.
En resumen, debemos tener el coraje de criticar a Marx, donde es necesario. Marx cree que rompió con Hegel, pero en cambio sigue siendo hegeliano. Quizás sin saberlo. ¡Y eso es bueno!
La filosofía de Hegel es el punto más alto de la modernidad filosófica. Hegel es hoy más importante que Marx porque es teóricamente superior, pero luego porque no comete los errores de Marx: no piensa en la supresión del Estado, de la familia, de la religión y de la filosofía, como Marx quiere, lo que al hacerlo demuestra ser compatible con el Globalismo capitalista.
Hegel es el autor más importante, a partir del cual se inicia un comunismo antiglobalista, un internacionalismo de Estados soberanos comunistas y solidarios, como Lenin pensó. Comencemos con Hegel, entonces, si queremos ser verdaderos marxistas.
3) Entiendo que el problema, entonces, lo que nos diferencia a ti y a mí, es qué definimos por idealismo y qué por materialismo.
A mi juicio, el idealismo puede ser subjetivo u objetivo, pero siempre supone un lado activo de praxis transformadora no actualista de la realidad, en tanto que comprendida y aprendida, bien desde la persona, bien desde una idea monista metafísica externa a los sujetos, un espíritu. Pero esta praxis transformadora idealista (o espiritualista) puede ser negativa y contraproducente para la construcción del socialismo, y de ahí las críticas de Marx a Blanqui, Feuerbach, Proudhon o Bakunin, etc.
El materialismo, para mí, no es sinónimo de corporeísmo. Es decir, hay fenómenos en la realidad que son materiales sin ser materia (un pensamiento, la distancia entre dos objetos, las figuras geométricas, etc.). La dialéctica entre todos estos fenómenos, su entretejimiento en la Symploké de la que habló Platón en El Sofista, es todo lo opuesto al materialismo conservador, actualista y mecanicista que criticas, al igual que yo.
Pero es una dialéctica que admite tanto la realidad de lo existente como la posibilidad, mediante la idea ontológica de producción de Marx, de conformar a partir de lo que hay realidades nuevas. Es decir, distingo un materialismo gnóstico y monista (corporeísta) de un materialismo político, dialéctico y, por tanto, no sustancializador del actualismo.
Esa misma distinción la aplico al idealismo, pues como sabes también hay un idealismo gnóstico.
En dialéctica, toda ruptura conlleva continuidad, porque toda contradicción conlleva la producción de una nueva identidad, que no rompe del todo con la identidad anterior. Esto ocurre tanto en la Historia de la filosofía como en la Política, así como en los fenómenos tratados por Engels en Dialéctica de la naturaleza.
Bueno, en la serie de artículos que publicó en la década de 1970, titulados “Sobre el significado de los Grundrisse en la interpretación del marxismo”, demuestra que se produce dicho proceso dialéctico entre Hegel y Marx, tanto de ruptura como de continuidad, cuando éste, sobre todo en los dos primeros tomos de los Grundrisse, entiende que la dialéctica de clases y de Estados se produce en el ámbito donde Hegel entiende que se produce la Historia, en el ámbito del espíritu objetivo, que es en realidad, para Marx, el ámbito de análisis del materialismo histórico.
Aunque, como te insinué en la segunda pregunta, el materialismo mecanicista del siglo XVIII era actualista, en el sentido de que negaba toda realidad potencial (y por tanto, todo cambio revolucionario), me parece que la negación del actualismo no es algo exclusivo del idealismo, que parece que es tu posición filosófica, un anti-actualismo idealista.
Y aunque las categorías de Fichte o Hegel puedan ser más potentes que las categorías filosóficas de, por ejemplo, Lyotard o Cioran, sin embargo no son tan potentes como las de Marx.
De hecho, del idealismo alemán parte un Imperio destruido, el Tercer Reich. Y de Marx ya han partido dos Imperios: la Unión Soviética (que perdió) y la República Popular China, que sigue viva y avanzando. En 170 años de tradición marxista dice mucho de la potencia del materialismo de Marx, que no es actualista porque tienen en cuenta a los Estados y a los Imperios. Es más, en Marx no hay “supresión del Estado” en el comunismo, sino la llegada a una situación en la que el Estado, como instrumento de opresión de clase, ha dejado de existir. Pero ello no significa la supresión de la sociedad política. De hecho, pueden darse sociedades post-estatales que incorporen a los Estados como partes formales suyas, también en el comunismo. Así actúan, de hecho, los Imperios.
Desde una perspectiva materialista como la mía, las clases, los Estados y los Imperios se encuentran en una dialéctica mutua constante, interdependiente. Y la “Humanidad”, por tanto, no puede ser tenida en cuenta como sujeto político de transformación como haces tú porque, sencillamente, la Humanidad no existe.
Es más, para ser verdaderos marxistas, a mi juicio, habría que empezar por Platón y por La República antes que por Hegel, pues en su sociedad comunista no hay esclavos, y tanto guerreros como gobernantes son extraídos de los productores (demiurgos obreros, y geomoros campesinos), y aquellos carecen de propiedad personal desde la que imponerse sobre los productores originarios. Marx recupera a Platón en su dialéctica, y desde ella realiza el Umstulpung de la de Hegel. Hasta tal punto que, teniendo en cuenta lo que te comenté sobre clases, Estados e Imperios, ese “internacionalismo de Estados soberanos comunistas y solidarios” de Lenin que afirmas está ya en Marx, pero como partes formales de una sociedad política post-estatal, comunista. Pero ahí ya no hay Humanidad.
¿Al analizar a Marx desde el idealismo alemán, como haces, no te estás situando en una perspectiva premarxista? ¿Cómo explicar, desde tu premarxismo, el conflicto capital-trabajo y la teoría del valor de Marx? ¿Estás acaso en sintonía con los postoperaístas italianos?
II. A modo de breve conclusión provisional
Al editar el nº 3 de La Razón Comunista, este dialógo polémico inconcluso con Fusaro estará disponible para todos los interesados en el mismo, y será enviado al propio Fusaro para que pueda, si quiere, continuar con el mismo respondiendo a la pregunta que quedó en el aire. Se podrá aducir que Fusaro desconocía los planteamientos pluralistas que, basados en el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, se le plantean en las preguntas, y que por ello se aferra a su concepción hegeliana de lo que supone el idealismo y el materialismo en lo que a filosofía se refiere. No obstante, se agradece el tono amistoso con que se estableció esta polémica.
Dicho tono, no obstante, no evita el enfrentamiento frontal de unas tesis y de otras. Sobre todo, porque buscaban algo que, a mi juicio, se ha demostrado: que Fusaro, en realidad, no es marxista. Que su lectura de Marx se hace desde una posición premarxista que, hoy día, comparten tanto sus partidarios como aquellos que principalmente combate (postmodernos). Las posiciones de La Razón Comunista, por el contrario, se pueden resumir en las dos sentencias con que comenzará mi próximo libro (el sexto ya), llamado La vuelta del revés de Marx. Una de Marx y Engels, sacada de La ideología alemana: “Para nosotros el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que hay que sujetar la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente”. La otra, de Gustavo Bueno, extraída de una entrevista acerca del terrorista de ETA Barrios: “El materialismo histórico de Marx es tan importante, que no asimilarlo es como ser precopernicano. Pero ser de izquierda exige ser racionalista, y muchos "marxistas" convirtieron a Marx en dogma, en una mística... y así dejaron de ser de izquierda”.
Seguramente, Fusaro no sea de los que convirtió a Marx en dogma, en mística. Al menos emic. Etic, sin embargo, realiza una lectura de Marx que Bueno calificaría de “precopernicana” por premarxista. Y aunque tiene toda la legitimidad democrática de hacerlo, y a pesar de sus innegables aciertos analíticos, nos lleva a una pelea de inválidos contra el postmodernismo de la izquierda indefinida. Solo desde el materialismo político el comunismo en el siglo XXI podrá volver a ser el “movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual” partiendo del “estado de cosas actual”. Aunque este nuevo comunismo difiera del clásico bolchevique-soviético y del asiático-maoísta, a mi juicio no será en absoluto deudor de las posiciones premarxistas de Fusaro.
Sobre los autores [1]
Diego Fusaro es filósofo, escritor y ensayista. Discípulo de Pier Paolo Portinaro, Gianni Vattimo y Enrico Pasini, se ha especializado en Historia de la Filosofía y en Filosofía de la Historia. Doctor por la Universidad de Turín, cursó estudios en el Liceo Vittorio Alfieri de Turín y, tras su doctorado, en la Universidad Vita-Salute San Raffaele de Milán. Actualmente ejerce su labor filosófica fuera de la academia formal. Es autor de los libros Filosofía e esperanza. Ernst Bloch e Karl Löwith interpreti di Marx (2005), La farmacia di Epicuro. La filosofía come terapia dell’anima (2006), Karl Marx e la schiavtitù salariata. Uno studio sul lato cattivo della storia (2007), Bentornato Marx! Rinascita di un pensiero rivoluzionario (2009), Essere senza tempo. Accelerazione della storia e della vita (2010), Minima mercatalia. Filiosofia e capitalismo (2012), L’orizzonte in movimiento. Modernità e futuro in Reinhart Koselleck (2012), Coraggio (2012), Idealismo e prassi. Fichte, Marx e Gentile (2013), Il futuro è nostro. Filosofia dell’azione (2014), Fichte e l’anarchia del comercio. Genesi e sviluppo del concetto di “Stato commerciale chiuso” (2014), Antonio Gramsci. La passione di essere nel mondo (2015), Pensare altrimenti. Filosofia del dissenso (2017) y Storia e coscienza del precariato (2018).
Santiago Armesilla es Doctor por la Universidad Complutense de Madrid en el programa oficial de Doctorado en Economía Política y Social en el Marco de la Globalización, Máster en Formación del Profesorado de Bachillerato en la especialidad de Formación y Orientación Laboral, Máster en Ciencias Políticas y de la Administración con la especialidad en Análisis Político y Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración. Actualmente es Becario Interno Postdoctoral por el CONICET en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC) de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Fundador de la revista La Razón Comunista, es autor de los libros Trabajo, utilidad y verdad (2015), El marxismo y la cuestión nacional española (2017), La economía en 100 preguntas (2018), Breve Historia de la Economía (2019) y La política en 100 preguntas (2020). En 2020 se publicará su sexto libro La vuelta del revés de Marx: el materialismo político entretejiendo a Karl Marx y a Gustavo Bueno.