por Mariano Utín
Resumen: El Materialismo Político (MATPOL) es un sistema filosófico en construcción propiciado por el politólogo Santiago Armesilla, que consiste en la concepción materialista de la vida política. Resultante del entretejimiento y fusión del Materialismo Histórico de Marx y el Materialismo filosófico de Bueno, su objetivo es la comprensión material, plural, concreta, dialéctica, histórica y política de la realidad, para, a través de su implantación política en sentido fuerte, en un Estado-nación de escala civilizatoria o imperio generador, transformarla en sentido radical a la mayor escala zootrópica-antrópica posible. Marx construyó su crítica y su sistema filosófico invirtiendo a Hegel y Bueno hizo lo mismo con Marx para purgar del marxismo lo que todavía, según él, arrastraba de idealismo. Armesilla, por su parte, propone una lectura de Marx desde Bueno para, mediante la fusión de ambos sistemas, recuperar el nervio revolucionario del marxismo. Para ello, en su libro “La Vuelta del revés de Marx”, se lanza a la construcción de una nueva ontología. En este tercer artículo se presenta la crítica materialista de la crítica de la economía política de Marx.
Palabras clave: Materialismo Político, Materialismo Filosófico, Materialismo Histórico, Santiago Armesilla, Crítica de la Economía Política.
I. Elementos fundamentales para la crítica materialista de la crítica de la economía política de Marx.
I.1. La idea ontológica de producción en Marx.
La transición de Hegel a Marx es una transición hacia una nueva forma de conciencia filosófica, una nueva ontología, materialista y no idealista, no solo interpretable en términos filosóficos, sino también en términos históricos, políticos y económicos.
Por eso afirmamos que el marxismo no es una ciencia, porque ni El Capital ni los Grundrisse son obras meramente económicas, sino que también filosóficas en un muy alto grado, y la filosofía nunca ha sido, ni será, una ciencia.
Según Gustavo Bueno, La “vuelta del revés” de Hegel realizada por Marx contiene la inversión de las relaciones entre Espíritu absoluto y espíritu objetivo. Marx transmuta el puesto de la Historia y la desplaza hacia el Espíritu objetivo, identificándola con ella. El Espíritu objetivo será para Marx, la Historia, el lugar concreto y material (dentro el marco de las sociedades políticas) donde se realizará la idea de producción.
La retroalimentación entre ontología y Economía Política, entre ideas filosóficas y categorías económicas, entre una concepción materialista de la vida política y un campo económico concreto, objetivo, histórico, real, se dará en Marx mediante el análisis crítico de la relación Trabajo-Mercancía, importante para entender la idea de Producción.
Dentro del capitalismo y en el marco de las categorías de la Economía Política Clásica, el Trabajo se considera una Mercancía. El trabajador entregaría (vendería) su fuerza de trabajo, que “libremente” ha negociado con el capitalista empresario, a cambio de un salario. Así, la fuerza de trabajo será una mercancía más, intercambiable por dinero dentro de las leyes de la oferta y la demanda. Dichas leyes estarían inscriptas dentro de un canon de equivalencias de un supuesto equilibrio (simetría) entre lo que se ofrece y lo que se recibe, dentro de un supuesto esquema de “justicia conmutativa subjetiva”.
En su momento, David Ricardo ya advirtió de que el producto del trabajo vale más que la reproducción del obrero (su salario), rompiendo la identidad, la equivalencia, del sistema descripto.
A su vez, para Marx, el Trabajo (la fuerza de trabajo) sería una mercancía comprada por el capitalista empresario al obrero con el objetivo de incrementar su capital (D-M-D´): Dinero-Mercancía-Dinero(prima). De esta manera, el plusvalor sería la diferencia entre el valor producido por la Fuerza de Trabajo del trabajador y el costo de la reproducción de dicho trabajador (su salario), es decir, el incremento de valor producido por la fuerza de trabajo. Pero la sola aparición del Plusvalor, como hecho objetivo, mostraría la anomalía de un D´ que aparece dentro de una relación de producción, dentro de un supuesto canon de equivalencias. La sola existencia del Plusvalor pulveriza las relaciones de simetría dentro de una economía de equivalencias. Marx entiende que la apropiación de este Plusvalor por parte del capitalista genera capital, que se realiza al vender el producto resultante del proceso de producción (la mercancía). Ahora bien, el Capital para su recurrencia necesita crecer por acumulación de Plusvalor y esa constante acumulación produce una contínua y creciente asimetría entre las partes trabajo-capital, lo que termina por dar una contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción.
Entonces ¿cómo explicar esta contradicción?
Según la economía margiutilitarista éste D´ (plusvalor) intentará explicarse ofreciendo conceptos oscuros y confusos como la “Teoría marginalista de los Salarios”, donde los factores de producción se remuneran por su “productividad marginal”, definida como el aumento obtenido en la producción por la utilización de una unidad adicional del factor, manteniendo todos los demás constantes. Esto intentará justificar y explicar el llamado “beneficio de gestión” del capitalista, como compensación de su riesgo de inversión o como interés del capital. No obstante, estas explicaciones aparecerán como una maniobra orientada a disimular las contradicciones del propio sistema.
Para la Economía Política Clásica, neoclásica y austríaca, la ontología económica se reduce a los términos de un espacio libre constituido por sujetos puros, mónadas, “personas libres”, consumidores racionales, que intercambian a voluntad, según contratos justos y libres, y contando con toda la información disponible, bienes y servicios por medio del dinero como intermediario virtualmente universal y equivalencial. Y esta ontología surge por el mero hecho del devenir natural de las cosas: el homo economicus. Cabe agregar que éste “espacio” tendrá necesariamente, una realidad jurídica efectiva: el Estado. (muy a pesar de los “libertarios anarcocapitalistas”)
Esta ontología económica será criticada por Marx desde una ontología materialista que verá esta “realidad” económica (el relato burgués), dentro del modo de producción capitalista, como una realidad fenoménica, como un fenómeno de falsa conciencia, pero no en un sentido en que el capitalista engaña al obrero, sino como un engaño global del espacio social entero, es decir, una apariencia.
Para la ontología materialista de Marx, la ontología económica burguesa sería como un conjunto indefinido de sujetos que, separados de su actividad trabajadora sobre las cosas que produce, y separados a su vez del resto de sujetos, no existiría salvo como formas vacías, como apariencia. Por Marx, la “libertad” de dichos sujetos, también será apariencial ya que el trabajo no será, en realidad, un bien que el trabajador podrá ofrecer “libremente”, como tampoco es libre el capitalista para dejar de comprarlo. Hay un principio de necesidad entre las partes (obrero-capitalista) y de necesariedad del sistema.
La figura ontológica de una sociedad de sujetos formales libres será una apariencia, no una falsedad, ya que es tan real y tan objetivo el camuflaje de un soldado como el sujeto camuflado mismo de la sociedad política.
Ahora bien, esa ontología aparencial solo se podrá advertir y manifestarse como tal, cuando sea superada por la acción crítica y política de una concepción materialista de la vida política.
Con respecto a la importancia de la idea de Producción, fue Gustavo Bueno, a principios de la década del 70, quién señaló esto en su libro “Ensayos Materialistas”:
La evolución cósmica contiene, en su proceso interno, la aparición de los cuerpos humanos, que a su vez, se absorben en el proceso general. Cuando este proceso es analizado a la escala de los cuerpos humanos, de suerte que desde la interioridad de esos mismos cuerpos se planea la recurrencia del proceso… (de esos mismos cuerpos),… aparece el proceso evolutivo mismo en la forma de Producción. La idea de Producción comienza ahora a ser una idea filosófica central y no solo un concepto categorial de la economía política. La idea de Producción es así el verdadero nervio del Materialismo Histórico, como alternativa genuina de la Actividad del Espíritu del idealismo alemán (o del Espíritu como actividad). Producción no es solo fabricación (que reduce la idea a M1[du1 en la dimensión físico-corpórea]), ni tampoco creación poética (que reduce a M2[DU2 dimensión psicológica[). Es necesario apelar a M3[DU3 dimensión lógico-abstracta]) para llevar adelante la idea de Producción a contenidos M3 [DU3]
Y más adelante agrega: “La Objetivación del propio cuerpo es el proceso mediante el cual se realiza la Producción. Marx ha sido quién ha introducido esta Idea en Filosofía”.
La Idea de Producción en Marx proviene de la Economía Política, pero tiene una importancia esencial a nivel filosófico, ya que permite romper con la dicotomía naturaleza/cultura del DIAMAT en su versión monista por su dualismo, y meter un tercer elemento que permita una comprensión ontológica de más dimensiones del Cosmos que nos envuelve y del que formamos parte.
El “Hombre” objetiva su existencia, su Ser, a través de la Praxis, es decir, a través de la Producción.
En un párrafo de los Manuscritos de 1844, Marx escribe:
…El Ser objetivo actúa objetivamente y no actuaría objetivamente si lo objetivo no estuviese implícito en su determinación esencial. Sólo crea, sólo pone objetos porque es de por si naturaleza. En el acto del poner no cae, pues, de su “actividad pura” en una creación el objeto, sino que su producto objetivo confirma simplemente su objetiva actividad, su actividad de un ser natural y objetivo.” Es decir, el hombre actúa objetivamente al conformar objetos que, al ser objetos, lo confirman en su objetividad.
Y sigue:
El Hombre es inmediatamente Ser natural. Como ser natural, y como ser natural vivo, está, de una parte, dotado de fuerzas naturales, de fuerzas vitales, es un Ser natural activo; estas fuerzas existen en él como talentos y capacidades, como impulsos; de otra parte, como ser natural, corpóreo, sensible, objetivo, es, como el animal y la planta, un ser paciente, condicionado y limitado (por sus necesidades vitales, entre otras cosas); esto es, los objetos de sus impulsos existen fuera de él, en cuanto objetos independientes de él, pero estos objetos de su necesidad, son indispensables y esenciales para el ejercicio y afirmación de sus fuerzas esenciales (para su vida y su existencia objetiva). El que el hombre sea un ser corpóreo, con fuerzas naturales, vivo, real, sensible, objetivo, significa que tiene como objeto de su ser, de su exteriorización vital, objetos reales, sensibles, o que solo en (esos) objetos reales, sensibles, puede exteriorizar su vida. Ser objetivo natural, sensible, es lo mismo que tener fuera de sí objetos, naturaleza, sentido. El hambre es una necesidad natural; necesita (el hombre con hambre), pues, una naturaleza fuera de sí, un objeto fuera de sí, para satisfacerse (una manzana, por ejemplo), para calmarse. El hambre es la necesidad objetiva que un cuerpo (objetivo y viviente) tiene de un objeto (la manzana, dijimos) que está fuera de él y es indispensable para su integración y exteriorización esencial. El sol es el objeto de la planta, un objeto indispensable para ella, confirmador de su vida, asi como la planta es objeto del sol, como exteriorización de la fuerza vivificadora del sol, de la fuerza esencial objetiva del sol.
Un ser que no tiene su naturaleza fuera de sí no es un ser natural, no participa del ser de la naturaleza (de ahí que Marx afirma que no es la conciencia la que determina al Ser, sino que es el Ser social, lo exterior al “hombre”, con lo que el hombre interactúa, lo que determina su conciencia, su naturaleza y su esencia). Un ser que no tiene ningún objeto fuera de sí, no es un ser objeto. Un ser que no es, a su vez, objeto para un tercer ser, no tiene ningún ser como objeto suyo, es decir, no se comporta objetivamente, su ser no es objetivo. Un ser no objetivo es un NO Ser, un absurdo.” (ya que el no ser es la nada misma).
Así, dialécticamente Marx prosigue: “…tan pronto hay objetos fuera de mí, tan pronto no estoy solo, soy otro, otra realidad que el objeto fuera de mí. Para este tercer objeto yo soy, pues otra realidad que él, es decir, su objeto. Un ser que no es objeto de otro ser supone pues, que no existe ningún ser objetivo…”
De esto se desprende que el “hombre” como ser, es objetivo (objetiva su existencia) en cuanto que confirma su objetividad al oponerse a otros objetos que existen en la naturaleza y frente a terceros dentro de las sociedades (que componen el ser social). Pero, además, al ser un ser viviente, limitado y condicionado por sus necesidades vitales, debe procurar saciar dichas necesidades. Al saciarlas confirma, a su vez, su existencia objetiva concreta y su recurrencia. Pero el “hombre” no solo es un ser natural, sino que es un ser natural humano, es decir, un ser que es para sí, que por ello es un ser genérico, que en cuanto tal tiene que afirmarse y confirmarse tanto en su ser como en su saber. Es decir, su afirmación y confirmación, por tanto, es TRIPLE: es tanto biológica-material-corporal (DU1) (asimilando productos-objetos de la naturaleza), como por su percepción inmediata psicológica, su conciencia (DU2), como ontológica (DU3), al oponerse a esos objetos exteriores a él (tanto, objetos naturales, como sociales). Y esto lo logra al interaccionar, como ser social, con la naturaleza y con su entorno a través de su praxis: la Producción.
Ahora, bien, se podrá objetar aquí que también los animales procuran saciar sus necesidades elementales para su supervivencia y recurrencia interactuando con los objetos de la naturaleza. ¿Cómo respondemos a esto? Sencillamente entendiendo que la Producción, como actividad humana, es una acción que se hace de manera consciente, voluntaria, racional y planificada. Es una acción que no siempre está limitada a una necesidad inmediata, sino que puede hacerse independientemente con proyección temporal a futuro.
La Idea de Producción es, por tanto, una idea ontológica-filosófica, pero también política y económica. Por lo tanto, es trascendental.
Así, la Idea de Producción, en nuestra filosofía, se basa en la producción de instrumentos, cosas, instituciones que, dentro de un conjunto de operaciones racionalizadas e institucionalizadas, permiten categorizar y comprender el Universo-mundo en el que estamos insertos, así como la recurrencia y ampliación de dicha comprensión. Se trata de operaciones consistentes en juntar y separar cuerpos en el espacio-tiempo, en relación a representaciones y relaciones simbólicas. Estos cuerpos, productos de la vida política al tiempo que la configuran, hoy día tienen además un valor económico, pues son, la mayoría, mercancías entretejidas mediante el trabajo.
Para aclarar un poco los tantos traeremos unos conceptos vertidos por la pedagoga marxista chilena, Marta Harnecker que nos dice al respecto: “Para el marxismo, la comprensión última de los procesos históricos debe buscarse en la forma en que los hombres producen los medios materiales. La concepción materialista de la historia parte del principio de que la producción, y, junto con ella, el intercambio de sus productos, constituyen la base de todo el orden social; que en toda sociedad que se presenta en la historia, la distribución de los productos y, con ella, la articulación social en clases o estamentos, se orienta por lo que se produce y por cómo se produce, así como por el modo en que se intercambia (y se distribuye) lo producido. Ahora bien, toda producción está caracterizada por dos elementos inseparables: el proceso de trabajo que da cuenta de la transformación de la naturaleza que el hombre realiza para convertirla en un objeto (o cosa) útil (para su existencia y recurrencia) y las relaciones de producción (las relaciones entre las personas a través de las cosas que esas mismas personas producen) que dan cuenta de la forma histórica concreta en la que se realiza el proceso de trabajo. Proceso de trabajo es todo proceso de transformación de un objeto determinado, sea éste natural o ya trabajado, en un producto determinado, transformación efectuada por una actividad humana determinada (fuerza de trabajo), utilizando instrumentos (maquinas, herramientas) de trabajo determinados.
La Idea de Producción es fundamental para entender la concepción materialista de la vida política. Además de un concepto económico y una idea filosófica, es también una idea cultural desarrollada por los hombres, que permite entender también a esos mismos hombres y su desarrollo. La Idea de Producción permite, así, definir a la cultura no por el hombre, sino al hombre por el proceso cultural.
La Idea de Producción es indisociable de la idea de Symploké, de su tejer y destejer, para conocer y configurar el Universo-mundo en el que estamos insertos, sin el cual ni nosotros seríamos, ni aquel sería lo que es sin nosotros.
La Idea de Producción liga al sujeto trabajador del campo económico, como sujeto operatorio, con lo circular, lo radial y lo angular; con lo sintáctico, lo semántico y lo pragmático; con lo operativo, lo estructurativo y lo determinativo; y los conjuntivo, lo basal y lo cortical. Por medio de la Producción, el hombre logra que el conocimiento y la conformación del Universo-mundo se realicen a través de los procesos antropológico-culturales, objetivos positivos, históricos, económicos y políticos, a la vez que asegura su conservación y recurrencia.
Por todo esto, el proceso evolutivo del ser humano, de su recurrencia (su existencia, su evolución y su reproducción), y de las sociedades que conformó y le conformaron (las sociedades políticas, en dialéctica entre sí), es un proceso que adopta la forma de Producción.
Para dar cuenta de la Idea de Producción, el Materialismo Político, en tanto que materialismo metodológico, práctico, tendrá que tener en cuenta no solo las mercancías y los sujetos económicos. También los materiales económicos mundanos (facturas, recibos, tarifas, carreteras, etc.), académicos, instituciones económicas y extraeconómicas entretejidas en su campo y el campo económico en sí, delimitado gnoseológicamente en tres ejes, y delimitado políticamente por la dialéctica de Clases y de Estados. Además, deberá tener en cuenta a las personas y sus operaciones subjetuales racionalizadas e institucionalizadas en y para dicho campo económico, de las que habrá que purgar elementos propios de la escala subjetiva y de ideas irracionales como la de utilidad marginal. Es decir, el MatPol deberá tener en cuenta la realidad dinámica, material y plural del fenómeno económico.
Así, al igual que Gustavo Bueno, nosotros centramos la atención principal en los procesos de repetición sinalógica (partes sinalógicas significa las partes que tienen un vínculo entre sí de continuidad, por contigüidad o causalidad), tanto en la forma de totalización (totatio: operaciones de agregación de las partes) como de la partición (partitio: como operaciones de des-agregación de las partes), lo que equivale a afirmar que el peso principal de toda teoría del valor económico materialista centrará su atención, como lo hace Rubin, en las relaciones de producción.
La Producción de mercancías y su circulación posterior por medio de operaciones recurrentes de totalización y partición producen vínculos totalizados por sinexión (unidad de partes diversas o distintas). Es decir, Se deben conectar o enlazar términos diversos como productos industriales con elementos comerciales, o de servicios, logísticos, o institucionales, que le permitan existir al proceso de producción. Sin estas interconexiones entre elementos diversos del campo económico es imposible el proceso de Producción.
Pero además, el proceso de Producción, tanto a escala micro como macroeconómica, contiene esencias genéricas como totalidad procesual, comportando 3 momentos evolutivos sucesivos:
1-Núcleo: Es el momento inicial desde donde parte y se organiza la esencia como sistema.
2-Cuerpo: Serían el conjunto las determinaciones de la esencia que proceden del exterior del núcleo y que lo envuelven.
3- Curso: sería el tercer momento en el que el núcleo, envuelto a su vez por el cuerpo, y en razón de la acción del medio, se modifica de manera interna.
Así, en el valor de las Mercancías, el núcleo sería el coste de producción , el cuerpo EL CUERPO el precio de producción, y el curso el precio de venta o las variaciones que los valores de las mercancías seguirán en el campo de las relaciones de producción, afectados por la conjunción de la oferta y la demanda.
Núcleo, Cuerpo y Curso se corresponden también con la tríada “Materia, Forma y Verdad” de la Teoría del Cierre Categorial de Bueno, con la Idea de Valor en Rubin.
Ahora bien, además de la partición o separación, en la idea de producción es básica también la Idea de Disociación. El Concepto de Disociación esencial de géneros, respecto de otras realidades, procesos o estructuras, puede ser considerado una modulación más de la Idea de Symploké. Esto permite ver como la idea de Producción rebasa el campo económico, en tanto que ninguna estructura categorial agota el campo real en el que se constituye como tal. Hay pues, una disociación, sin dejar de haber conjugación entre los procesos únicos de las relaciones económicas de producción, asi como con las legalidades esenciales de las sociedades políticas que regulan los cursos de esas relaciones (Derecho Comercial, Tributación, etc.)
Todo esto implica que sea imposible una total co-determinación en el campo económico entre términos y relaciones, por lo que la planificación monista como la soviética, es imposible, asi como también es imposible la nula planificación, el anarco-capitalismo (o planificación atomista).
Las transformaciones que dentro del campo económico sufre la materia, siempre tiene lugar entre términos compuestos o divididos por medio de operaciones realizadas por los sujetos en Symploké, dando lugar a nuevos términos que mantienen determinadas relaciones con los anteriores, tanto a nivel micro como a nivel macro, lo que se relaciona con una planificación material pluralista de la Política Económica.
Así, el Universo-mundo construido por los sujetos corpóreos, vivientes, prácticos, cognoscentes, y sus instituciones, se presenta como el espacio práctico-operatorio de esos mismos sujetos racionales, siendo la conservación de esos mismos sujetos en la integridad de sus conciencias y sus cuerpos, tanto individual como colectiva, e incluso su mejora y desarrollo, y su recurrencia, la base ética misma de su praxis: el proceso de producción.
Ahora bien, en el Capitalismo, el proceso de Producción permite que el Capital pueda dividirse en mercancías (incluidos bienes y servicios), dinero y Trabajo, cuyas interrelaciones constituyen el proceso de Producción constituyéndose a sí mismo, siendo aquellos los elementos o términos esenciales de las relaciones de Producción. Pero el término que constituye la sustancia del capital, y de todo sistema económico complejo desarrollado, es el Trabajo, ya que, como bien sabemos, el capital es trabajo pretérito acumulado.
Así, la Producción permite ver que, en el campo económico, el valor es siempre capital y el capital siempre es valor. La Producción de mercancías implica la conformación de sus valores asociados, tanto de uso como de cambio, así como los costes y precios de producción que, con la Ganancia media, constituyen el VALOR TRABAJO en general, aún siendo su núcleo el coste de producción.
La Producción de valores es un fin proléptico y constitutivo en tanto que el valor de uso no incumbe a su vendedor como tal. Incumbe solo a sus compradores, al menos en lo que tiene que ver con su consumo. Así lo escribe Marx:
La cualidad que tiene el salitre de poder ser utilizado para la pólvora no determina el precio del salitre, sino que este precio se determina por los costos de producción del mismo salitre, por la cantidad de trabajo objetivado en el (trabajo socialmente necesario). En la circulación, a la cual los valores de uso entran como precios, su valor NO resulta de la circulación, aunque aquel solamente se realiza en ésta; el valor le esta presupuesto y se realiza únicamente mediante el intercambio de dinero.
Pero si la Idea de Producción es fundamental para entender la conformación del valor, también lo es con respecto a entender la división política-económica de las sociedades políticas en clases sociales distintas, tanto a nivel de clases sociales consumidoras, como de las clases sociales trabajadoras formadoras de valor, en pugna entre sí y en pugna con otras clases ociosas (lumpen-proletariado, aristocracia) u otras que se caracterizan por no producir operatoriamente valores, sino por disponer o gestionar legalmente de los medios y fines para producir esos valores, como ocurre con los empresarios, los capitalistas burgueses, los Ceo´s, los burócratas industriales y/o financieros, funcionarios del Estado, etc. Volviendo a Marx:
Del análisis de los diversos aspectos del capital mismo, tiene que desprenderse qué cosa es trabajo productivo o no, un punto en torno al cual se ha disputado hasta el cansancio desde que Adam Smith hizo esta distinción. Trabajo productivo es únicamente aquel que produce capital (por tanto, valor) ¿No es absurdo…que el fabricante de pianos deba ser un trabajador productivo, pero no así el pianista, aunque sin el pianista el piano sería un despropósito? Pero así es, exactamente. El fabricante de pianos reproduce capital; el pianista cambia su trabajo solamente por un rédito. Pero el pianista produce música y satisface nuestro sentido musical, ¿no produce, entonces de cierta manera? In fact (de hecho), lo hace: su trabajo produce algo, pero no por ello es trabajo productivo en sentido económico, del mismo modo que no es productivo el trabajo del orate que produce fantasmagorías. Solo es productivo el trabajo si produce su propio contrario (el trabajo asalariado produce su contrario, el capital, siendo el plusvalor la contradicción gnoseológica fruto de estas operaciones, fundamento del conflicto capital-trabajo) […] Otros economistas aducen que la distinción entre productivo e improductivo debe referirse no a la producción, sino al consumo. Todo lo contrario. El productor de tabaco es productivo, aunque el consumo de tabaco sea improductivo. La producción para el consumo improductivo es tan productiva como la producción para el consumo productivo; siempre y cuando produzca o reproduzca capital…
La evolución de las relaciones, medios y modos de producción en el campo económico, y la presencia de Estados en este proceso evolutivo nos permite comprobar cómo las clases de trabajadores de una sociedad política no se divide solo entre trabajadores productivos e improductivos, pues a su vez hay clases intermedias y hay trabajadores que consumen valor producido por el capital y/o el Estado. También existen otras clases de trabajadores que permiten la recurrencia del proceso de producción de valor, de su distribución e intercambio, cambio y consumo.
I.2. Las relaciones de producción.
Las relaciones de Producción son relaciones circulares entre sujetos (personas) a través de términos, objetos físicos-corpóreos objetivos, concretos e históricos, denominados: mercancías. Junto a las mercancías, funcionan instituciones económicas estatales y supraestatales, de la vida político-económica, entre ellas la moneda (dinero).
En el campo económico, las relaciones de producción permiten, la Symploké entre este campo y otros campos extraeconómicos, en los ejes del espacio antropológico, conectado a su vez, con los ejes del espacio gnoseológico de la Teoría del Cierre Categorial. Es en el campo antropológico-cultural donde se dan las relaciones económicas que, en los sistemas económicos y políticos complejos, Marx llamó relaciones de producción.
Para Marx habría 4 ramas que se desprenden de las Relaciones de Producción, a las que nosotros, desde el MatPol, agregaremos una 5ta. Estas son: 1-La producción, 2-la distribución, 3-el cambio (que se da en la escala de la Dialéctica de Clases, dentro de las sociedades políticas), 4-el Intercambio (que se da a escala entre sociedades políticas, es decir, a escala de Dialéctica de Estados) y 5-el consumo.
Más allá del análisis de la mercancía como unidad primera, núcleo esencial de la economía capitalista, Marx entendía a la Producción como algo común a todas las sociedades políticas históricas. Y que estas sociedades políticas se diferenciaban entre sí, según las épocas y el grado de desarrollo de sus fuerzas productivas, por sus diversos modos de producción, que han existido y que actualmente existen.
Ninguna producción puede entenderse sin instituciones, sin herramientas, sin instrumentos de producción. Ninguna producción es posible sin trabajo. Si no existe producción en particular (esto es: Proceso de Trabajo o Producción en sí) tampoco existirá Producción general, es decir, planes y programas generales y específicos de producción económica que engloben a las primeras. La Producción en sí siempre será una rama o un subcampo particular de la Producción en general, ya sea esta producción ganadera, agrícola, industrial, científico-técnica, de servicios, etc.; que a su vez estará englobada dentro del Proceso de Producción total dentro de un Estado o sociedad política.
En el campo económico, la Producción es un conjunto de operaciones técnicas y tecnológicas, racionalizadas e institucionalizadas, que permite, en el espacio antropológico, como marco de vida política, relacionarse entre sí y con su entorno, primordialmente entre cosas que también son mercancías.
En lo que respecta a la Symploké o entretejimiento entre la Dialéctica de Clases y de Estados y las relaciones de producción, esto nos lleva a considerar que una sociedad política llegaría al apogeo de su producción, y por tanto, a su apogeo histórico, en cuanto se convierte o bien en una sociedad política ejemplarista (como la República Popular China) o bien en sociedad política Imperialista, sea depredadora (EE.UU. o Reino Unido) o generadora-civilizatoria (Imperio Español, U.R.S.S.). Un Estado llegará a su apogeo productivo cuando lo principal para él no sea la Ganancia, sino, el GANAR. Y el “ganar” es ganar tanto externamente (Dialéctica de Estados, llegando al ejemplarismo o al imperialismo), como internamente (en Dialéctica de Clases y estabilidad recurrente de la sociedad política).
La forma en que se relaciona la producción con la distribución, el cambio, el intercambio y el consumo, tanto a nivel micro como macroeconómico, conlleva que los miembros de las sociedades políticas hagan que los productos del eje radial (productos o elementos de la naturaleza inorgánica) sean apropiados y conformados para su circulación en el eje circular del Espacio Antropológico, por lo que la Producción permite la apropiación cultural de la naturaleza para las necesidades humanas, conformando y elaborando diversas mercancías y demás instituciones económicas y extraeconómicas. La Distribución determinará la proporción en que los sujetos, las Clases y los Estados en los mercados mundiales, participan de los productos producidos, es decir, cómo y en qué proporción se los reparten. El Intercambio determinará la proporción en que las mercancías y las demás instituciones, incluida la moneda, se mueven, circulan, se acumulan entre los Estados, en relación a la porción en que los sujetos, las Clases, y los Estados han participado en la elaboración de esos mismos productos. El Cambio sería la misma dinámica que el Intercambio pero a escala interna de las sociedades políticas, es decir, a escala de la Dialéctica de Clases en el marco de los Estados, y determinaría cuantos sujetos pueden consumir. Y por último en el Consumo los productos se convierten en objetos de compra a cambio de una cantidad monetaria, de apropiación individual en un marco social siempre comunitario y colectivo, y determinaría cuántos sujetos efectivamente consumen.
Aplicando el esquema de capas genéricas podemos ver que dentro del proceso de Producción tendremos un núcleo (el proceso de trabajo o de producción en sí), un curso que será el conjunto entretejido de las ramas de distribución, intercambio, cambio y consumo, y elementos de un cuerpo en las relaciones antropológico-institucionales dentro de esas mismas ramas.
Esto evidencia que, en el marco de las relaciones de producción, la Producción es en sí consumo, y el consumo es, asimismo, Producción de manera inmediata. Producción y Consumo son ambas variables, o términos, determinantes-determinados que se co-determinan entre sí.
Al nutrirse de alimentos, el hombre produce su propia evolución fisionómica. Toda clase de consumo por parte del hombre permite la producción del hombre mismo tanto en lo biológico como en lo antropológico-cultural (la producción de la verdad es la verdad de la producción).
La Producción es el inmediato opuesto al consumo y viceversa. Ambos tienen lugar en una serie de movimientos que los unifican, dialécticamente, que en el campo económico son las relaciones de distribución, intercambio y cambio. Al mismo tiempo, la producción es mediadora del consumo, cuyos materiales conforma y sin los cuales el consumo no tendría finalidad. Y además el consumo es mediador de la producción en tanto conforma al sujeto consumidor de esos productos. Sin producción no hay consumo, y viceversa, sin consumo, no hay producción.
El consumo realiza a la producción, en tanto que todo producto, se hace producto, al ser consumido. (el vestido solo “es” cuando alguien lo lleva puesto).
A diferencia de los objetos extraeconómicos del eje radial, la mercancía se afirma como tal solo en el consumo, no en cuanto actividad objetiva, sino más bien como objeto para el consumo actuante. Además, el consumo produce a la producción en tanto que genera la necesidad de nueva producción, de la re-producción, y por ello produce la finalidad de la producción, que es su opuesto (el consumo), pero a la vez su supuesto.
La producción produce el objeto, la forma y el impulso de consumir. A su vez, el consume produce la disposición del productor a producir, teniendo éste que determinar la finalidad de la producción.
En definitiva, la producción es:
(…) el verdadero punto de partida y por ello también el momento predominante. El consumo como necesidad es el mismo momento interno de la actividad productiva. Pero esta última es el punto de la realización y, por lo tanto, su factor predominante, el acto en el que todo proceso vuelve a repetirse. El individuo produce un objeto y, consumiéndolo, retorna a sí mismo. De este modo, el consumo aparece como momento de la producción. (Marx, Manuscritos, 1857-58)
La mayoría de los sujetos en el campo económico participan en las relaciones de producción bajo la forma tradicional de TRABAJO ASALARIADO, recibiendo un salario, según el campo profesional en que se encuentren, a cambio de su papel en la recurrencia de esas mismas relaciones de producción. Frente al individuo aislado, la distribución aparece de manera natural como una ley social que condiciona su puesto en el seno de la producción.
En un comienzo, el sujeto trabajador no posee ni capital ni propiedad territorial. Está destinado al trabajo asalariado desde su nacimiento (a pesar de la movilidad laboral), en virtud de la distribución social del valor-trabajo. Ahora bien, el hecho mismo de estar destinado a ello es consecuencia de que el capital y la propiedad de la tierra (en tanto capital) son los agentes “autónomos” realmente existentes de la producción. También lo es el Estado, cuyo papel en el desarrollo de las relaciones de producción y en el reparto de la propiedad queda también claro en Marx:
Un pueblo conquistador divide el país entre los conquistadores e impone así una determinada repartición y forma de propiedad territorial; determina, por consiguiente, la producción. O bien reduce a los conquistados a la esclavitud y convierte así al trabajo esclavo en la base de la producción [imperio depredador]. O bien un pueblo, mediante la revolución, fragmenta la gran propiedad territorial y da un carácter nuevo a la producción por medio de esa nueva distribución [imperio generador]. O bien, la legislación perpetúa la propiedad del suelo en ciertas familias o reparte el trabajo como privilegio hereditario para fijarlo así en un régimen de castas. En todos estos casos –y todos ellos son históricos- la distribución no parece estar determinada por la producción, sino, por el contrario, es la producción la que parece estar organizada y determinada por la distribución. (Marx [1857-58])
La distribución no es solo de mercancías de consumo primario, también lo es de herramientas productivas que son, a la vez, mercancías. También la fuerza de trabajo se distribuye nacional e internacionalmente. La distribución es determinante en la organización de la producción. Ya que la distribución (como primer momento de la producción), precede a la producción de mercancías. Así, determinará el rol de cada uno de los agentes económicos en el proceso de producción.
La producción tiene sus propias características y condiciones, sus propios momentos históricos, antropológicos, político-económicos, técnico-tecnológicos y científicos. Estos momentos son los MODOS DE PRODUCCIÓN, los cuales se modifican incesantemente dentro de la producción misma, a través del paso de una “forma” de producir hacia otra “forma” más avanzada y eficiente de producir. Y esto, a su vez, realiza la reorganización y la reconfiguración de todo el proceso de producción y de las relaciones de producción, en cuanto a propiedad de los medios de producción, desarrollo del comercio nacional e internacional, aplicación de nuevas tecnologías a las distintas ramas de la producción, etc.
Así, la forma en que las relaciones de producción reciben la influencia de las condiciones históricas de producción, depende de la Dialéctica de Clases y de Estados, y la norma imperialista que puedan adoptar, o sufrir, esos Estados, bien de tipo depredador o de tipo generador.
A este respecto Marx escribe:
Todas las conquistas suponen 3 posibilidades: el conquistador somete al pueblo conquistado a su propio modo de producción [imperialismo generador]; o bien, deja subsistir el antiguo y se satisface con un tributo [imperialismo depredador]; o bien, se produce una acción recíproca de la que nace una forma nueva, una síntesis [toda depredación conlleva generación, y toda generación conlleva depredación, pues generación y depredación no son dicotómicas; los imperialismos generador y depredador son tipos ideales, que si bien nunca se producen al cien por cien, sí pueden distinguirse, según la norma que sea predominante; ahora bien, si el imperio reproduce en la tierra conquistada sus instituciones, y también su modo de producción, antes que el mantenimiento de las instituciones propias del conquistado (las cuales pueden ser asimilables por la metrópoli), entonces prima la norma generadora, primando la norma depredadora cuando ocurre al revés].En todos los casos, el modo de producción (sea el del pueblo conquistador, sea el del pueblo conquistado, o la síntesis de los dos), es determinante para la nueva distribución que se establece. Aunque esta aparezca como un supuesto para el nuevo período de producción, no solamente de la producción histórica, sino de la producción histórica determinada.
A su vez, las relaciones de producción también están entretejidas con la evolución y desarrollo de las capas y ramas del poder de los Estados. A través de las Leyes que dictan esos mismos Estados, se pueden perpetuar las propiedades sobre determinados instrumentos de producción entre ciertas familias o clases sociales. La Leyes influyen sobre las relaciones de distribución afectando a la producción, pero la evolución de la producción también afecta a las Leyes. Por otra parte, sin producción de valor económico no habría Leyes que el Estado pueda desarrollar y aplicar para redistribuir el valor producido y los instrumentos para producir dicho valor. Pero sin Estado tampoco habría valor económico y, por ende, no habría Teoría del Valor-Trabajo.
Hay que advertir que sin División del Trabajo no existiría ni cambio ni intercambio, y sin cambio ni intercambio no existiría la División del Trabajo. Y es más, sin el Estado no existiría ni cambio, ni intercambio, ni División del Trabajo, ya que todas estas relaciones presuponen, en el capitalismo, la propiedad privada de los medios de producción protegida y garantizada por el Estado capitalista.
La Dialéctica de Clases, en su conexión con el intercambio internacional, se entreteje con la división del trabajo a nivel supraestatal, que no es sino, Dialéctica de Estados, en tanto hay Estados, o clases determinadas de Estados. Cada una de esas clases de Estados está, además, especializada en producir determinadas mercancías (Naciones que producen materias primas o materias ligeramente industrializadas con bajo valor agregado, u otras naciones que producen productos industrializados con alto componente elaborado y alta tecnología, con alto valor agregado), tanto para otras clases de su mismo Estado como para otras clases de estados.
En resumen, podemos decir que: Las distintas relaciones de producción no son iguales entre sí, pues se entretejen dentro de un sistema de relaciones. Es a partir de la producción, como el proceso de entretejimiento entre modos, medios y relaciones de producción, desde la cual ésta recomienza y se vuelve recurrente, circular. Distribución, Intercambio, cambio y consumo son momentos de la producción. La producción es una actividad en sí determinada (por factores históricos, políticos, económicos, geopolíticos, de dialéctica de clases y de Estados), que determina una distribución, un intercambio, un cambio y un consumo, también determinados, que a su vez determinan a la producción.
Bibliografía:
Adolfo Carpio, 1974 (2003) Principios de Filosofía. Glauco. (Buenos Aires)
Ana Balmoral Combarros, 2021, Reseña de “La vuelta del revés de Marx”, revista Parerga N° 3.
Gustavo Bueno, 1995, ¿Qué es la Filosofía?, Pentalfa. https://filosofia.org/aut/gbm/1995qf.htm
Gustavo Bueno, 1972, Ensayos Materialistas. Taurus. https://fgbueno.es/med/dig/gb1972em.pdf
Karl Marx, 1859 (2011), Contribución a la crítica de la Economía Política. Editorial Siglo XXI.
Karl Marx, 1875 (2012), Crítica al Programa de Gotha. Editorial Gredos.
Karl Marx-Frederich Engels, 1845-1846 (2020), La ideología Alemana. Akal.
Lenin, Vladimir Ilich, 1914-1915 (1963), Cuadernos filosóficos, Ediciones Estudio
Rubén Dri, 2019, El Movimiento Dialéctico. Editorial Biblios.
Santiago Armesilla, 2020, La vuelta del revés de Marx, El Viejo Topo.
Video: Critica del Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno – Encuentro con Andrés Gonzalez. https://www.youtube.com/watch?v=STg7dGLRWTg&t=1250s
Sobre el autor:
Mariano Utín es médico-anestesiólogo, músico e ilustrador de Rosario, Argentina. Antiguo militante de la Corriente Peronista Descamisados (La Desca), actualmente se encuentra trabajando en la divulgación de los fundamentos del materialismo político y sus conexiones con la teoría de la insubordinación fundante de Marcelo Gullo. El dibujo que ilustra este artículo está basado en una idea del propio Mariano Utín reelaborada por su hijo, Leonardo.
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