por Mónica Polo
Resumen: En los Andes un movimiento pugna por ser la vanguardia revolucionaria para la refundación de un nuevo país. Este es el etnocacerismo.
Etiquetas: Etnonacionalismo, nazismo, indigenismo, etnocacerismo.
¿Cómo empezar? El etnocacerismo es una ideología surgida en el Perú de la mano de Isaac Humala que luego fue consolidada por su hijo Antauro Humala, hoy en prisión tras una fallida rebelión en Andahuaylas. El etnocacerismo se inspira en las ideas del activista boliviano Felipe Quispe “El Mallku” y tiene como símbolo al héroe peruano de la Guerra del Pacífico, Andrés Avelino Cáceres, además de enarbolar la wiphala como señal de identidad. Haciendo esta breve introducción, pasaré a bosquejar al etnocacerismo.
El etnocacerismo es un tipo de etnonacionalismo. Desde la perspectiva etnocacerista, el etnonacionalismo constituye un ente redentor donde el motor de la historia está constituido por dos factores: el Factor Etnocultural (FEC) y el Factor Clasista (FC) donde el primero es esencial y lo segundo es secundario (irrelevante).
“No dinamizará, entonces, la base de ese nuevo orden social la lucha de clases ¡El verdadero Estado nacional no reconoce clases (en la medida que éstas son sobreseídas por la etnicidad)!, sino el desarrollo de las potencialidades genuinas de esa nación, latentes en su etnia ancestral; puesto que ésta lleva en su origen el ADN de todo lo que su sociedad puede llegar a ser. No serán pues, Marx, Mao, Lenin ni Trotsky, tampoco Friedman ni Thatcher, en quienes se inspirará este proceso… sino esencialmente en Manko Qápaq, como símbolo de una etnia y una cultura que se encuentra entre las más elevadas de la Tierra”. (1)
Para el etnocacerista, primero es la unidad del pueblo en base a una identidad originaria y racial. La conjugación de ambos elementos: cultura y raza, da la etnia.
“Podríamos establecer que la cultura es una categoría artificial propia de un ser racional y creador; que la raza – a su vez – es una categoría biológica que trasciende a la especie humana e incluso al reino animal (también existen razas entre las especies vegetales); y que – por último – la etnia es una categoría mixta racial-cultural propia del Homo Sapiens individualizado. Debe evitarse, por consiguiente, confundir raza con etnia; para lo cual bastará con recordar que razas existen en todas las especies animales y vegetales (como parte de la clasificación taxonómica), pero que las etnias son exclusivas del hombre”. (2)
Para los etnocaceristas, la raza existe y consideran que es un tabú que aturde, espanta, al marxismo.
“Es recién en su pugna política de inicios del siglo XX que comienza a percibirse en la bibliografía marxista-leninista, necesariamente antiimperialista, un resuelto antirracismo que impugnaba tácitamente el argumento de ‘razas superiores y razas inferiores’, pero que lamentablemente terminaba incluyendo (en esa impugnación) al concepto científico de raza provocando a la postre la subsecuente ‘alergia’ al concepto étnico en general, más aún porque de esa forma también se evitaba ingresar al campo minado del darwinismo social. Pero una cosa es el cuestionamiento de razas inferiores y razas superiores (obviamente en relación a ‘algo’), y otra cosa es la lucha étnica por una existencia que ha involucrado el choque de civilizaciones a lo largo de la historia de la humanidad. El racismo existe porque existen razas, y como ‘ismo’ puede tener sus deformaciones así como un planteamiento coherente. El marxismo en su vehemencia anticolonialista terminó por censurarlo todo, contagiando de esa ‘tara’ al resto de la sociología exportada a las élites intelectualoides del submundo ‘de color’ no blanco. Censura que quedaría plasmada en la ‘incompleta’ definición de Nación brindada por Stalin”. (3)
Siguiendo esta línea, los etnocaceristas identifican cuatro razas: la blanca, la amarilla, la negra y la cobriza, esta última estando constituida por los indígenas americanos. Dentro de la totalidad de la “raza cobriza” que habita en el “Abya Yala” (América), se subdivide la rama andina donde existe una etnia, la “quechuaimara”, que tiene una cultura en común pero que está dividida en tres países, a saber: Perú, Bolivia y Ecuador, “cuyas absurdas fronteras indefectiblemente habrán de ser suprimidas” organizando un neo-Tahuantinsuyo, una “’Internacional Inkaica’ que muy bien armonizará – en medio de la ineludible conflagración ante el globoneoliberalismo – con el sueño bolivariano de una Latinoamérica unida, claro está, en los Andes bajo milenaria base quechuaimara”. (4) Siendo esta “Internacional Inkaica” fundamentada en base a
“una etnonacionalidad extensiva en función elemental del JUS SANGUINIS o derecho de sangre… en nuestro caso vinculante a todo individuo de estirpe cobriza, no necesariamente nacido en el actual parcelamiento criollo llamado ‘Perú’; ya que además de Bolivia y Ecuador (conformantes primordiales del proyecto etnonacionalista), surgirían simultáneamente en regiones ‘cobrizas’ de Argentina, Chile, Colombia y Centroamérica, los segmentos poblacionales afines que – sin necesidad de modificar las convenciones vigentes – tendrían la facultad de sujetarse a dicha (etno)nacionalidad; incluyendo las ‘reservas indias’ de los EEUU de NA, Canadá, sur chileno (mapuches) y amazonia brasileña… Todo esto, con el mismo fundamento con que el Islam aglutina a los pueblos árabes; el sionismo a la población mundial hebrea; el paneslavismo de la Gran Rusia; el ancestral shintoísmo nipón, o tal como las potencias occidentales vinculan a sus compatriotas en ultramar”. (5)
Partiendo de esta unidad basada en la sangre y la tierra (la matria), el blut und boden, se construye el “gran esquema etnonacionalista – como parte de él – podremos entender el etnocacerismo, en cuanto herramienta militar que materialice aquel proyecto reivindicador neotawantisuyano”. (6) Para lograr el propósito, la “Internacional Inkaica” tiene como movimientos de vanguardia, con sus peculiaridades diferenciadoras pero con un “linaje común étnico”, al “etnocacerismo (Perú), la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Ecuador) y el Movimiento al Socialismo del compatriota Evo Morales, así como al Movimiento Indio ‘Pachacútek (MIP) de Felipe Quispe (Bolivia)… Por consiguiente, aquel etnonacionalismo panandino de ambiente subdesarrollado deberá indefectiblemente mutarse gradualmente en ETNOSOCIALISMO”. (7)
Al igual que los etnocaceristas, los nazis concibieron en su momento que dentro de la totalidad de la “raza aria” (blanca) existía una rama (la “nórdica”) de la cual se desprendían los germanos que estaban repartidos en dos países, principalmente: Alemania y Austria. El anhelo, en ambos movimientos, es la unificación, el anschluss, en una comunidad nacional, el volksgemeinschaft, de los “hermanos” divididos arbitrariamente por los azares del destino. En el caso del etnocacerismo, el destino fue marcado por la conquista del Imperio Inca (Tahuantinsuyo) y la formación de las repúblicas tras la desintegración del Imperio Español.
El etnocacerista concibe que la conquista de América por parte de los españoles fue “el choque entre la infantería cobriza versus la caballería y artillerías blancas. Se trató, en su raíz misma, de una Guerra Racial con tinte de ‘cruzada’ o Guerra Santa…”. (8) Dentro de la cosmovisión etnocacerista, aquel enfrentamiento racial subyugó, y masacró una raza entera.
“La Alemania Nazi es ‘criminal’ por el etnocidio de cinco millones de hebreos en el siglo XX, pero ni Angloamérica (EEUU y Canadá) ni España lo son por los etnocidios de ocho millones de pieles rojas en el siglo XIX y otras decenas de millones de indios centro/sudamericanos entre los siglos XVI y XVIII, respectivamente”. (9)
Para liberar al indígena, a la raza cobriza, en especial a la etnia “quechuaimara” se hace necesario una revolución contra el mundo moderno “occidental”, “eurocéntrico” y “globoneoliberal”, una “guerra de liberación etnonacionalista” que rompa las cadenas “globocolonialistas” e imperialistas que subyugan al “sur”, a los “subhumanos”, y que imponga una “dictadura étnica” mediante la cual se destruya e invierta la estructura poniendo por encima al “cobrizo” para que siga su propio camino en su “lucha por la existencia”. Para lograr esto:
“Entonces surge el dilema: ¿’Amar’ o contra-amar (odiar)? La primera opción implica esclavitud por convicción y la apoteosis del amo; vale decir, la falacia de una ‘democrática sumisión’ que precisamente viene a ser el objetivo globocolonizador con respecto a las desmemoriadas colectividades no blancas. La segunda opción implica libertad por acción. Y si la libertad es felicidad o un medio para llegar a ella, entonces el ‘contraodio contestatario’ es en donde – solamente – puede germinar dialécticamente el auténtico amor universal, exento de doble codificación. Un ‘odio liberador’, si se quiere, tal como se expresa en aquella ‘rabia acumulada’ muy bien explicada por el propio Arguedas… Por su parte, el Che Guevara, desde una perspectiva clasista igual de revolucionaria, corroboraría aquel sentimiento arguediano… Se esclarece, así, la naturaleza de aquella contraviolencia reactiva pero a la vez ‘compensadora’, por medio de la cual, tanto el individuo (al cual se le impide crear) como su colectividad (globocolonizada), reciclan insurgentemente – por necesidad vital – esa frustración de autorrealización individual y colectiva, en cuanto a sociedad enajenada”. (10)
El movimiento etnocacerista afirma, como dijera Antauro Humala, no ser racista sino “contrarracista” que no es racismo porque “aceptamos la existencia de razas. Las razas existen”, (11) pero a la vez, como afirmara Isaac Humala, patriarca de los Humala y también ideólogo etnocacerista:
“No puedo negar que hay racismo… El nuestro es un racismo reivindicador. Trata de reivindicar al cobrizo, porque enfocamos al hombre no solo desde que ha inventado el trabajo y la propiedad y en consecuencia se ha dividido la sociedad entre ricos y pobres, explotados y explotadores, etc. Nosotros partimos del hombre integral, el hombre ciudadano de la zoología y de la historia”. (12)
En resumidas cuentas, como explica el sociólogo Nelson Manrique, es “un discurso reivindicativo, que exalta, por oposición lo étnico, que no es racista pero que puede tener lecturas racistas”. (13) En palabras de Antauro Humala: “Vale decir, esgrimir una actitud contrarracista reivindicadora y, por consiguiente, activamente liberadora… propia de la ‘pedagogía del oprimido’ que planteara Paulo Freire hace un tercio de siglo”. (14)
Además de organizar activamente su propaganda, usando medios físicos y digitales, los etnocaceristas están organizados en grupos compuestos de reservistas y veteranos de guerra que pasean por las calles vestidos de uniforme. Para el etnocacerista,
“la frase ‘el poder nace del fusil’ es muchísimo más que un eslogan’… Ahora, ante la agonía de esa putrefacta Republiqueta y el parto de una II República necesariamente de índole (etno)nacionalista, análogo rol está destinado a ejercerlo el etnocacerismo; pero con la particularidad de manifestarse en un ‘militarismo tropero’ cuyo protagonismo lo ejerce el reservista. Se trata, entonces, de un militarismo de nuevo tipo: altamente revolucionario en la medida que representa el estamento de la extracción etnonacionalista más popular y oriundo, como lo es la tropa. Refiérase que toda fuerza armada (milicia) es fiel reflejo de la fuerza desarmada (civilidad) de la cual emana; reúne, por consiguiente, las mismas taras y virtudes”. (15)
Para los etnocaceristas, el enemigo número uno es el chileno. Si para los nazis es el judío, para los etnocaceristas no lo es, en parte. El odio etnocacerista a los chilenos nace de la derrota peruana en la Guerra del Pacífico y la pérdida de territorios en el sur peruano (de los cuales quieren recuperar). En la cosmovisión etnocacerista:
“Chile se merece ser peruanizado. O sea, supongamos que usted concibe de un puneño, entonces su hijo es peruano. En nueves meses de invasión ya tenemos cuántos peruanos… El chileno es el enemigo natural. Por eso se arman. Los ladrones tienen que armarse para mantener lo que han robado. Si usted ha robado de su vecino, tiene que estar ensayando deportes, armas y todo. Es que Chile siempre ha sido pobre. No le estoy diciendo que el 52 por ciento de su economía viene de Antofagasta y eso es ajeno… Naturalmente [son saqueadores]. Ese es su oficio. Mire: Antofagasta, Tarapacá. Vive[n] del pillaje”. (16)
Para realizar la misión redentora:
“Si el Perú, Bolivia y Ecuador se transforman en gran nación chola se desbalancea todo el eje geopolítico de Sudamérica, entonces el choque es inevitable tarde o temprano. Por eso nosotros contemplamos una potenciación tremenda de las fuerzas armadas, del servicio militar obligatorio y universal porque tenemos que defender las fronteras. En los cuarteles del Perú aún queremos recuperar Arica”. (17)
Además de la recuperación de territorios perdidos en la guerra, Chile es visto como el “gendarme instituido por el coloso norteamericano en el hemisferio sur”. (18)
El etnocacerismo considera que la izquierda fue devorada e integrada dentro del capitalismo tras la caída de la Unión Soviética (“Si antes, durante la polaridad de la Guerra Fría, cada cual representaba a sendos sistemas antagónicos (capitalismo vs. comunismo), ahora – con la globalidad – ambos resultarían abiertamente ‘unisistémicos’), (19) que “el marxismo del hemisferio sur, infectado de ‘eurocentrismo’, en su incomprensión y alergia al factor etnocultural, pese al esfuerzo de Mariátegui… no tuvo (esa izquierda post-Mariátegui) la sagacidad de hacer del ‘sin calco ni copia’ algo más que un cliché”. (20) Consideran que en los primeros años del aprismo, movimiento fundado por el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, “a diferencia del marxismo, cuyo análisis ceñido a un Factor Clasista (FC) único y absoluto… mutilaba y suprimía al ‘competidor’ Factor Etnocultural (FEC)”, (21) dio un lugar al FEC.
“Mientras el marxismo ortodoxo se sustenta(ba) en el FC descartando al FEC, el aprismo primigenio los combinaba (al igual que los etnocaceristas) ¿Cuál sería, entonces, la diferencia entre aquel hayismo de inicios del siglo XX con el etnonacionalismo (más conocido o ‘marketeado’ como etnocacerismo) del siglo XXI?… pues que el etnonacionalismo antepone el FEC sobre el FC y, además, refiere – contrariamente a la ‘peruanidad criolla’ del aprismo – la ‘tawantinsuyidad’ como eje de aquel FEC”. (22)
Ante este panorama, el etnocacerismo considera que “el comunismo se apropió del concepto-término socialismo; pero en el enfoque ‘etnocultural’… Antauro Humala arrebata el socialismo a los socialistas”. (23) Usando como base lo étnico, raza y cultura,
“el etnonacionalismo se proyectará sobre estas bases – y no otras – en un ‘etnosocialismo’ De esta suerte, Antauro les da su último oportunidad a los socialistas de izquierda para sumarse al proyecto etnonacional, o sencillamente desaparecer engullidos por la ola globalizadora, para lo cual es requisito anteponer el factor étnico-cultural. Nuevamente, Manko Qápaq ante que Marx o cualquier otro”. (24)
Aunque los etnocaceristas proclamen no ser fascistas (que en efecto no lo son, ya que el fascismo clásico mussoliniano no consideraba el factor racial como algo importante), son en realidad nacionalsocialistas, una construcción nacionalsocialista original y auténtica de los Andes americanos, “Andinoamérica”, que se proclaman como socialistas.
Sin embargo, como advierte Santiago Armesilla,
“el etnocacerismo se trataría de un movimiento indigenista de extrema derecha (una especie de nacionalsocialismo del ‘Tercer Mundo’) con toques leves de marxismo vulgar en su discurso ideológico. Un movimiento que, como el bolivarianismo en Venezuela, ha sido creado y es promovido por una élite militar profesional y… una misma familia, los Umala [sic]”. (25)
Referencias:
1. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 19
2. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. pp. 55 – 56
3. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. pp. 60 – 61
4. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 32
5. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 151
6. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 151 – 152
7. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 298 – 300
8. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 48
9. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. pp. 67 – 68
10. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. pp. 86 – 87
11. Paredes, M y Pedraglio, S. (2003) El poder alucinado. Lima, Perú: Desco. http://www.desco.org.pe/recursos/sites/indice/58/261.pdf
12. The Clinic (2011) Una invasión a Chile sería con fusil y con pene. https://www.theclinic.cl/2011/06/06/archivo-the-clinic-y-el-padre-de-ollanta-humala-%E2%80%9Cuna-invasion-a-chile-seria-con-fusil-y-con-pene%E2%80%9D/
13. Salazar, J y Sánchez, M. (2003) Entrevista a Nelson Manrique. Impresión (n° 11). p. 11 https://files.pucp.education/facultad/comunicaciones/2018/07/04214409/impresion_12-nov2003.pdf
14. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 76
15. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 152
16. The Clinic (2011) Una invasión a Chile sería con fusil y con pene. https://www.theclinic.cl/2011/06/06/archivo-the-clinic-y-el-padre-de-ollanta-humala-%E2%80%9Cuna-invasion-a-chile-seria-con-fusil-y-con-pene%E2%80%9D/
17. Salazar, J y Sánchez, M. (2003) Entrevista a Nelson Manrique. Impresión (n° 11). p. 9 https://files.pucp.education/facultad/comunicaciones/2018/07/04214409/impresion_12-nov2003.pdf
18. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 25
19. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 285
20. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 316
21. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 195
22. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 196
23. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 21
24. Humala, A. (julio del 2011) Etnonacionalismo, izquierda y globalismo (visión etnocacerista) (3° ed.) Lima, Perú: Ediciones Antaurpi. p. 22
25. Armesilla, S. (2014) El etnocacerismo: un nacionalsocialismo para el “Tercer Mundo”. https://www.armesilla.org/2014/09/el-etnocacerismo-un-nacionalsocialismo.html
Sobre la autora:
Mónica Polo, peruana. Instagram: monicapols8