Editorial
7 de noviembre del 2019
La razón de La Razón Comunista
Editorial
Cuando en 2005, el finado filósofo postmarxista argentino Ernesto Laclau publicó La razón populista, propuso una ampliación de las tesis que ya mantuvo junto a su mujer, Chantal Mouffe, en Hegemonía y estrategia socialista, publicado en 1987, obra en la que propone la “democracia radical y plural” como alternativa al capitalismo y a la democracia liberal, pero partiendo de ésta. En La razón populista, el peronismo interpretado desde el filtro kirchnerista (socialdemócrata, latinoamericanista) se convierte en modelo de agregación de demandas parciales de cara a organizar un movimiento que las aúne en la demanda colectiva de una “democracia radical y plural”. El postmarxismo de Laclau, así, propone la superación de la dialéctica de clases y de Estados, presentes en el materialismo histórico de Marx, y su sustitución por la apertura de la democracia liberal burguesa a ámbitos de la llamada “sociedad civil” que solo desde el mercado pletórico capitalista es posible llegar: la representación político-electoral, y en movimientos sociales, de los colectivos marginados por la Historia (mujeres, homosexuales, pueblos originarios, transexuales, animales incluso, etc.). La otredad marginada por el sujeto histórico constructor de la Modernidad capitalista, el hombre blanco heterosexual (que el postmarxismo equipara al hombre burgués, que no al burgués en tanto que miembro de la clase social propietaria de los medios de producción de la riqueza social, sino al hombre generado por el capitalismo), debe deconstruir a dicho sujeto histórico moderno, dando lugar a la sociedad política postmoderna por excelencia: la democracia radical populista de mercado pletórico capitalista, que incluya a todos a nivel de participación política y económica, en los parlamentos y en los mercados, en los boletines oficiales del Estado y en los medios de comunicación.
La caída del bloque soviético, y el periodo histórico que transcurre entre el fin de la Unión Soviética y la presidencia en la República Popular China de Xi Jinping (1991-2013) es el periodo de esplendor de las teorías de Laclau y de otros “postmarxistas”. Es el periodo de hegemonía en las democracias de mercado pletórico capitalista de la izquierda indefinida, que Gustavo Bueno perfiló en El mito de la izquierda, obra de 2002, como el conjunto de corrientes izquierdistas derivadas de la descomposición de generaciones de izquierda políticamente definida (particularmente la socialdemocracia y el comunismo, también el anarquismo y el liberalismo), que ya no definen sus proyectos en torno al Estado, sino al margen del mismo, en torno a cuestiones éticas, morales, subculturales, sociológicas, etc. La unidad de todos estos grupos sociales (izquierda extravagante), y de sus principales teóricos (los intelectuales y artistas de la izquierda divagante), conforman la izquierda fundamentalista, que es donde Laclau ve el futuro movimiento que podrá realizar la democratización radical del orden capitalista burgués, sin llegar a cuestionar sus fundamentos básicos en torno al conflicto capital-trabajo, en que se centró Marx, acusando a éste de determinismo económico.
Sin embargo, el auge de la República Popular China como superpotencia mundial obliga a un posicionamiento a la contra de las ideas filosóficas de Laclau en particular, y de toda la izquierda indefinida y de la filosofía postmoderna en general. Si pensar es pensar a la contra, como diría Bueno, y si sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario, como diría Lenin, solo a la contra de la filosofía postmoderna y de la izquierda indefinida (sin negar la posibilidad de recoger de estas las ideas y elementos de confrontación política que puedan llegar a ser válidos), será posible, para el materialismo histórico, poder construir un movimiento verdaderamente revolucionario a nivel político, con un proyecto definido respecto del Estado, de la sociedad política, que con solidez pueda enfrentarse a otros movimientos, también opuestos a la izquierda indefinida y al postmodernismo, pero también vehementemente antimarxistas y anticomunistas (liberalismo, socialdemocracia, neofascismo, neonazismo, conservadurismo, “cuarta teoría política”, integrismo católico, fundamentalismos religiosos protestante, islámico, budista, etc.), que meten en el mismo saco a los marxistas y a los indefinidos y postmodernos.
De ahí la razón, es decir, la necesidad de editar y publicar artículos en esta línea en un solo medio, abierto a todo marxista y materialista que comparta esta visión de las cosas. De ahí el lanzamiento de La Razón Comunista, revista materialista y marxista-leninista que compilará, en español y en portugués (su ámbito pretende ser iberófono), textos a la contra de todo aquello que no nos permite avanzar, incluidos enemigos “internos” como el revisionismo socialdemócrata, el chovinismo nacionalista étnico, el pro-separatismo, el pro-feminismo acrítico, el pro-ecologismo, etc. Contra la razón populista de Laclau, la Razón Comunista. Contra la “deconstrucción” de los colectivos de consumidores satisfechos postmodernos en el capitalismo, la destrucción de los fundamentos ideológicos que llevan a sustancializar a estos grupos, y con ello, al modo de producción capitalista.
La Razón Comunista no pretende ser una revista académica formal. Pretende tener rigor y, dentro de esta línea política y editorial, permitir la polémica entre autores. Pero está abierta a autores no necesariamente universitarios, pues son hoy día las Universidades del mundo democrático-capitalista uno de los principales focos de producción teórica de nuestros adversarios y enemigos. Bienvenidos sean los artículos de todo tipo, escritos por toda clase de trabajador, que huya del encorsetamiento elitista universitario que siempre fue el gran sustento institucional del postmodernismo, la última degeneración e infiltración ideológica del liberalismo. La Razón Comunista también publicará entrevistas a personas interesantes que puedan aportar ideas, no siempre compartidas por nuestra línea editorial. La economía, la filosofía, las ciencias, la política, la Historia, las artes, el movimiento obrero, la lucha sindical, la geopolítica, etc., serán temas que trataremos en nuestra publicación. Y la premisa será, partiendo de las grandes plataformas de difusión que son las lenguas española y portuguesa, e Internet, construir un movimiento político revolucionario comunista para un mundo postsoviético en que la República Popular China será, si no ocurre alguna catástrofe, la primera potencia mundial. Se abre, por tanto, una ventana de oportunidad para depurar las ideas manejadas por comunistas militantes o no de múltiples fuerzas políticas que necesitan, eso sí, solidificarse y definirse para salir, o bien de la marginalidad, o bien de la inercia y el ostracismo. Para ello también servirá esta revista.
Por ello, les damos la bienvenida a la misma. La razón de La Razón Comunista no es otra sino cumplir la máxima que Marx y Engels consignan al comunismo en La ideología alemana, en el mundo postsoviético con hegemonía comunista china en que vivimos: construir “el movimiento real que anule y supere el estado de cosas actual”.